Carcas de 20 años
«La gran aportación de Suárez a España y al mundo ha sido la reconciliación del pueblo español», esto dijo el obispo de Ávila en la homilía por el fallecimiento de Adolfo Suárez, uno de los hombres de Estado más importantes de la historia contemporánea de España. No cabe duda de que resuenan estas palabras días después de la vergonzosa y mal llamada «Marcha de la Dignidad» celebrada el pasado 22 de marzo. La convivencia pacífica de ningún pueblo puede ponerse en peligro arbitrariamente por la voluntad de unos antisistemas, violentos y autoritarios, que mediante el uso de la fuerza quieren imponer... no se sabe muy bien qué.
Increíble es que los encargados de velar por nuestra seguridad, los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, se viesen solos, desamparados y agredidos por encapuchados y violentos en general. Eso recuerda la crudeza de los peores años de la «kale borroka» y ETA. Si todo el peso de la ley y el rechazo social no cae sobre ellos, se sentarán precedentes muy nefastos para nuestro sistema, en el que el imperio de la violencia y la no autoridad será la tónica dominante. No me fío de esta gente. La imposición de sus ideas mediante la violencia (porque no han podido ganar en las urnas) los hace ser elementos sospechosos. Pero esto es muy español: somos muy democráticos hasta que nos llevan la contraria, y suele ser bastante sospechoso la cantidad de movimientos radicales y violentos escorados a la izquierda que toman las calles precisamente ahora. También es muy español reír la gracieta al que roba, «grafitea», incendia contenedores y se sale del marco de la ley. Porque la España picaresca del Lazarillo de Tormes está a la orden del día. ¡Pero no! Lo que hacéis está mal, lo condeno y lo rechazo como ciudadana española de pleno derecho. Y es lo que deberíamos hacer todos: reprobar las conductas malas y, especialmente, las violentas. Porque el cambio empieza por uno mismo. Y yo, desde aquí, quiero apoyar a la Policía Nacional por el aguante que está teniendo ante los impasibles ciudadanos y políticos y ante la cruda movilización radical y violenta.
Ahora se están sucediendo las manifestaciones de estudiantes por la reforma educativa, las becas y las tasas. Está bien la protesta pública, pero, señores, que estamos hablando de universitarios. Hagan un esfuerzo intelectual por redactar un manifiesto no beligerante, con argumentos sólidos y contundentes, y no se dejen capitanear por sindicatos de estudiantes, que más bien parecen sindicatos mineros de los años treinta. La lucha obrera murió hace tiempo, básicamente porque la economía española es principalmente de servicios (tercer sector) y las luchas sindicales han de ser otras, aunque en esto no quiero entrar ahora, pero sí que digo a esta gente que ánimo y a ponerse al día, que por aquí hay mucha gente desfasada (y lo peor es que no superan la tierna edad de 25 años). Que las luchas de hoy son muy diferentes que las del siglo XIX, panda de rancios y carcas. Hay que actualizarse. Comprendo que para esto muchos no tienen tiempo porque andan en cuarto factorial de Derecho desde hace seis años. (Factorial implica cursar asignaturas de todos los cursos porque se van arrastrando suspensos año tras año).
En definitiva, mientras dejemos que la calle sea tomada, la autoridad ninguneada y la violencia sea el camino para iniciar debates, tendremos lo que nos merecemos. Mirar para otro lado sólo hace que crezca esa espiral del silencio. Es decir, que la voz que más se escuche sea la que más grite, pero no la más numerosa. Y los más numerosos se vayan achicando frente al grito hasta quedar arrinconados por cuatro voceras. El espíritu de Suárez tiene que resucitar ahora que él se ha ido. Seguro que muchos de estos que están por las calles ni saben quién es; pero si aún queda algún manifestante con dos dedos de frente, que se pare, piense y actúe en consecuencia. Porque «la concordia fue posible».
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

