¡Pobres diputados asturianos!
Recientemente, el servicio de cafetería de la Junta del Principado de Asturias que abastecía a sus señorías de bebidas y comidas, casi gratis total, ha dejado de prestar servicio. ¡Malditos recortes! Y es que lo que hasta aquí y en los últimos años había sido una prebenda añadida, en favor de la casta de políticos asturianos, cafetería a precio de ONG, ha desaparecido y dejado paso a una triste máquina expendedora que ni habla, ni da los buenos días, ni las buenas tardes. ¡Habrase visto!
Está claro que, por mucha demagogia que le queramos poner, la trágica situación económico-social de Asturias ni la resuelve la subida de los precios de la cafetería del Parlamento asturiano, ni la colocación de una máquina expendedora, la misma, por cierto, que tiene la mayoría de las empresas asturianas.
Lo criticable es que nuestros padres de la patria asturiana, y lejos de intentar acercarse un poco a los problemas de los asturianos, estén cada vez más alejados, más ciegos y más sordos, por conveniencia. Lo nauseabundo es que, aunque no fuera más que por sacar pecho, sus señorías no cayeran en estas «falcatruadas». Y es que lo que no sabe la mayoría de asturianos es que este detalle de gorroneo desmedido es uno entre los muchos que se pueden contar de nuestras señorías. A saber.
Hasta hace muy poco la cafetería de estos servidores de la patria chica en la Junta del Principado era gratis total, sí, sí, gratis total (es decir, lo pagábamos el resto de los ciudadanos). De esta forma, la estampa de contemplar a José Ángel Fernández Villa, entre otros y otras, atiborrándose a pinchos era diaria.
Hasta hace poco más de una legislatura la flota de coches Phaeton (de 16 millones de pesetas cada uno), con sus respectivos chóferes, estaba diariamente a disposición de sus señorías (tirios y troyanos). Apenas hace un par de años tuvieron que subastarlos (regalarlos) a precio de saldo. Y es que el cantazo ya era de órdago a la grande. Hasta hace poco todas sus señorías y, también, todos los empleados de la Junta General del Principado de Asturias eran obsequiados cada fin de año (pagábamos el resto de los asturianos) con una más que suculenta cesta de Navidad, cuyos productos pata negra incluían una caja de bombones comprados donde lo hacía Carmen Polo de Franco. Eso sí, por si acaso, con todo y tratarse de la Navidad, a sus destinatarios no se les preguntaba acerca de su religión.
A más de todo ello, cada diputado fue obsequiado con un ordenador portátil, aunque casi ninguno supiera manejarlo. A ello se le sumó un teléfono móvil de última generación. Aquí sí que no hubo necesidad de enseñarles su manejo. Y es que, dada la alta intensidad y el ritmo de trabajo, sus móviles no paran de funcionar 24 horas diarias (seguimos pagando los asturianos). Pero hay más. ¿Se atrevería a hacer público el Servicio de Intervención de la Junta del Principado (los de les perres, pa entendernos) las facturas relativas a la asistencia odontológica de sus señorías, algunas de ellas de cantidades millonarias?
Por si fuera poco, algún diputado ha inventado un nuevo eufemismo, domicilio político, para justificar su fraude en el cobro de dietas por kilometraje. ¿Quién da más?
Pues hay más, porque si de los diputados nacionales hablamos, muchos de ellos han venido cobrando, indebidamente, las dietas correspondientes por vivir en Asturias, cuando en realidad residen en Madrid. A todo esto, claro, los traslados entre aeropuertos, nada de hacerlos en bus (para eso ya estamos el resto de los mortales), un taxi mucho mejor (seguimos pagando los asturianos). Mientras, el resto de los escasos usuarios del aeropuerto asturiano, malo y peor conectado, tenemos que utilizar un servicio de bus, escaso, mal atendido y caro.
Pues nada, que, volviendo al principio del asunto (sin pinchos gratis), y en aras de que nuestras señorías no vayan a caer en la desnutrición total, proponemos que el Banco de Alimentos, Cáritas o quien sea se haga cargo de esta situación. ¡Malditos recortes!
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