La verdad sobre el Sindicato de Estudiantes
El pasado día 27 de marzo se celebró en Oviedo la manifestación contra la LOMCE, dentro de las 48 horas de huelga general de estudiantes convocada por el Sindicato de Estudiantes. Dicho sindicato utilizó esta ley para intentar desprestigiar a la Iglesia tachándola de fascista. La LOMCE es una ley injusta y nefasta, pero en ningún caso es fascista. Tampoco trata de imponer la religión como afirma el sindicato, sólo intenta terminar con la ridícula situación de dicha asignatura en la actualidad (se evalúa, pero no se cuenta para la media y no tiene alternativa obligatoria, sino una alternativa que no tiene programación ni se evalúa) y cumplir con el concordato vigente. Me parece, igualmente, lamentable que el sindicato haya utilizado la manifestación para criticar la ley de protección del concebido no nacido que prepara el Gobierno utilizando las voces de los que queríamos manifestarnos contra la LOMCE. El aborto es la muerte cruel de un ser humano inocente y un trauma para la mujer, un negocio millonario a costa de la muerte de millones de seres humanos, que nunca debe ser un derecho. Eso es lo que se debería enseñar en las escuelas. Para que pueda haber educación, debe haber estudiantes, y el aborto es el asesinato de futuros estudiantes. Esto demuestra cómo el Sindicato de Estudiantes es un sindicato politizado, una rama de Izquierda Unida que trata de manipular a los estudiantes. El problema es que los estudiantes no tenemos mucha más elección en la actualidad.
Por otro lado, las declaraciones del ministro Cristóbal Montoro sobre el último informe Foessa (elaborado por Cáritas, que no es «una organización de ultraizquierda» como dice Rubalcaba sino la Iglesia organizada para el ejercicio de la caridad) son un insulto a todas las familias que están sufriendo a causa de la crisis. Queda claro que el PP (o al menos los que lo representan) no actúan como cristianos. Y si los representantes del PP no se comportan como cristianos, que los sindicatos y los partidos políticos hagan el favor de no culpar a la Iglesia de la nefasta gestión del Gobierno. La Iglesia católica (que la formamos todos los católicos, no sólo los sacerdotes, como algunos piensan o dan a entender que piensan) está siempre del lado de los más pobres. Los políticos deberían tomar ejemplo.
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