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¿Quién provoca a quién?

2 de Abril del 2014 - Faustino Gómez Pérez (Gijón)

Esperanza Aguirre, esa lideresa que no termina de irse nunca, ha vuelto —con su arrogancia y estupidez sin límites— a cargar contra los movimientos sociales. Cómo les gusta a la derecha más extrema y reaccionaria cargar contra todo aquello que le es crítico. Los señores y señoras del PP deben aprender lo que significa la palabra democracia, deben aprender a escuchar a la gente y a respetar a los ciudadanos que pacíficamente se manifiestan. El intentar deslegitimar una manifestación por unos incidentes, que aunque mediáticos han sido la nota discordante de lo que fue la manifestación que discurrió con total normalidad, es algo demasiado absurdo, vamos, un traje a medida para Esperanza Aguirre.

Señora Aguirre, sólo ha habido una cosa que usted hizo y que yo aplaudí, cuando se marchó de la presidencia de la Comunidad de Madrid. Pero parece ser que no se termina usted de ir, y que como mosca cojonera tiene que estar metiéndose y enfangándolo todo. Dese usted una vuelta por la calle Génova, por la sede de su partido, allí sí que encontrará todo tipo de miserias.

Al poder nunca le ha gustado que se junten más de diez personas, les da por beber y comer, y en ocasiones les da por pensar, y si el asunto se pone crudo les da por protestar. Debe limitarse, de una vez y para siempre, el derecho de reunión, y de paso sus compinches, la libertad de expresión, la libertad de cátedra, el derecho de huelga.

Dice Aguirre que «una nación que se respete a sí misma no puede permitir que se ataque así a sus policías», esto es cierto, pero ahí se demuestra la hipocresía de los dirigentes, ya que si ocurrió eso fue por culpa del gobierno, por culpa de los mandos políticos que el 22 de marzo dieron órdenes caóticas al Cuerpo de Policía. En primer lugar, los actos estaban autorizados hasta las 21.30, y alguien ordenó a la Policía desalojar la plaza a las 20.30, a pesar de que en ella había miles de personas pacíficas, y lo hicieron enviando unos cuantos policías. No hace falta ser muy inteligente para suponer lo que ocurriría, justamente lo que buscaba el Gobierno.

Llamar terroristas y nazis a ciudadanos que se manifiestan pacíficamente es una provocación para que la gente salte y pueda haber —como ocurrió— incidentes y hechos aislados desagradables, pero Esperanza Aguirre y su sucesor Ignacio Gonzales, de eso saben mucho, pues solo hay que recordar que ellos gobiernan la comunidad de Madrid gracias a unos tránsfugas del famoso tamayazo y que nunca se aclaró lo que pasó —ya que nadie investigó.

Por otro lado, el pedir que este Gobierno cambie su forma de gobernar y preste más atención a los más necesitados en una manifestación no es ningún delito sino todo lo contrario, es hacer política social y decir «¡Basta, hasta aquí hemos llegado!». Y recordarle que nos ha empobrecido a la mayoría con salarios de hambre, con desahucios, con recortes en sanidad y educación, subiendo los impuestos indirectos, eliminando prestaciones a discapacitados y ancianos, impidiendo que se revaloricen las pensiones según IPC, con copagos farmacéuticos, medicamentazos que excluyen fármacos importantes de la cobertura de la S.S., etcétera.

Qué casualidad que a todos los políticos, banqueros, empresarios, Iglesia, ricos y demás casta les parezca muy mal que los desamparados de la sociedad y los de la clase obrera salgamos a protestar, y de forma masiva, contra esta casta de corruptos y vividores —no todos afortunadamente— a costa del esfuerzo de los trabajadores. Ésto es que algo estamos haciendo bien, pues parece que todos están empezando a mover ficha. Contra más opresión habrá más resistencia y la gente no olvida lo que cuesta conseguir nuestros derechos. ¡A la calle, que es nuestra!

Todos sabemos que es un paraíso fiscal. ¿Por qué la lideresa puso tantas primeras piedras en hospitales públicos que luego ha privatizado? Porque todos estos actos estaban pagados por la Gürtel. Así que doña Esperanza calladita está más guapa.

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