¿Algún día se hará la luz en esto de la luz?
Tres de las grandes compañías eléctricas, Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa (no disponemos de datos del resto), obtuvieron un beneficio de 5.900 millones de euros, el pasado ejercicio de 2013. Un dineral, visto desde cualquier ángulo.
De todos es sabido que se avecina una revolución en el precio de la electricidad y que el ministro de Industria, José Manuel Soria, según ha dicho recientemente, por primera vez en la historia de nuestro país, va a tratar de que los ciudadanos lleguen a entender la factura de la luz. No obstante, yo apostaría a que no lo conseguirá y a que el Ejecutivo seguirá eludiendo la única solución para que baje el kilovatio, o sea, que las eléctricas compitan entre sí y consigan sus clientes a base de ofrecerles mejores precios.
Porque, además de ininteligible, el recibo de la luz en España está siendo la manera descarada de ocultar los costes reales del sistema eléctrico, controlado por el grupo de empresas del sector en el que sus cuentas son todo un ejemplo de ingeniería contable y opacidad.
Opacidad de la que tampoco se libra el actual equipo dirigente del Ministerio de Industria y Energía. Aliado natural del oligopolio eléctrico, pese a las discrepancias que han surgido entre ellos en los últimos tiempos. Que nadie se engañe: las dos partes están condenadas a entenderse. Es decir, el Gobierno acabará amoldándose a las demandas de las compañías eléctricas, aunque para ello tenga que acudir a fórmulas retóricas que lo disfracen. Últimamente, el ministro Soria se ha visto obligado a dar marcha atrás y a cambiar los planes de uno de sus vastos proyectos: el nuevo sistema de facturación del precio de la energía.
Un sinfín de cuestiones nos seguimos haciendo los consumidores. ¿Por qué esto de la luz es tan oscuro? ¿Cuándo el Gobierno dejará de emitir mensajes contradictorios? ¿Cómo es posible que un día se anuncie una probable bajada temporal del recibo y al siguiente se suba el término fijo de la factura? ¿Cómo se puede entender que los usuarios debamos 30.000 millones de euros a unas empresas con tan sabrosos beneficios y cuyas tarifas no paran de subir? ¿Tendrá que ver todo ello con la persistente incorporación de políticos a los consejos de administración de las grandes empresas de la energía? ¿Cuándo los líderes políticos que permiten estas prácticas se enterarán que han abierto un enorme cisma entre ellos y los ciudadanos?
Ítem más. Nos invitan a cambiar los contadores. En principio, este cambio producirá más beneficios a las compañías eléctricas. Primero, por la venta o alquiler de dichos aparatos y, segundo, por el ahorro en personal operativo que ello conllevará. Pero ello, seguro no reducirá la factura mensual de luz del consumidor. El tiempo será testigo.
La liberalización del sector, que no debiera tener otro sentido ni político ni económico que el lógico beneficio de los ciudadanos, ha comportado un encarecimiento del 70% entre los años 2008 y 2013. A la vista pues de los acelerados cambios en los cálculos de los costes y de las descalificaciones de los sistemas de las subastas luego corregidas cabe cuestionarse si quien lleva las riendas de este asunto posee un control integral de lo que tiene entre manos.
Esta pregunta cobra sentido cuando vemos el escandaloso número, más de una veintena, de ex presidentes de Gobierno, ex ministros y altos cargos que, tras dejar la política, asesoran a empresas energéticas.
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