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Conversaciones conmigo mismo

7 de Abril del 2014 - José Cuevas Yáñez (Grado)

Hoy ha sido un día raro. Un día cualquiera de abril en tal año. Eso da igual. Montones de preguntas me golpean y torturan a cada minuto. Sobre todo sobre nuestra existencia aquí... o es allí. Estamos vivos porque sentimos y vemos, o quizás estemos vivos al dormir y nos despertemos en lo mejor pero medio ciegos. ¿Es esto el principio o el final? Me niego a creer eso, sería irracional y decretivo. ¿Me llamas loco agradable lector? ¿Qué es la locura? ¿Pensar? ¿Vivir? En todos nuestros actos debe haber un poco de todo para no estar en medio de la nada. Alonso Quijano vino en morir al volverse cuerdo. También hace mucho eco y quisiera evitarlo la situación nacional y mundial. ¿Banda de ciegos materialistas hacia un precipicio de irreparables consecuencias? ¿Estamos quizás ante el final de esta civilización con su sistema de desvalores para llegar a otra mejor, o peor? Al pasear me dice una señora mayor que de nada conozco: Va a haber guerra. Me callé sí, quizá con complicidad como pensando: ¿no estamos ya en ella? Miedo me da la sabiduría de quienes ya han pasado por dos y vivieron los años rasgando todos los calendarios y uno más. El aire que se respira es cuando menos denso, no hay un rumbo, todos son bandazos. Sí, hacen falta ideales, no idealistas dogmáticos, que consigan hacer crecer en la sociedad el don de la vista para pensar y esto para ver también. ¡Qué preciado don! Sociedad ciega, mundo ciego, gobernantes manipuladores, valores destruidos por mor del hodierno progresismo inventado sin inventor que controle al invento. No, no estoy de acuerdo. Bajo este parapeto no se pueden esconder los más bajos instintos de adoctrinamiento a las masas. Y la gente se calla y la nube negra se vuelve más grande a cada momento. Seguimos viviendo, impasibles como el tronco de madera que arrastra una corriente o quizás la rana de Oliver Clerc. Lo peor no es el viaje, ni la falta de movilidad, tampoco el rumbo. Lo peor es el destino del cauce del río. ¿Será para bien? Mal camino ya, para empezar. Quiero saltar fuera, pararme a oler la naturaleza de las orillas y decidir, sentarme a pensar. ¿Podré? Claro que sí, ni la mayor de las cárceles evitará que vuele mi imaginación, por eso nunca seré prisionero de nadie ni de nada. Pensar es igual que vivir dos veces. Beatus ille.....

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