Misiva a Masip Hidalgo
Recientemente he recibido de mi cordial amigo Antonio, colega y enjundioso escritor, la relación de su histórico «Pregón de la Fiesta Gastronómica de la Angula de Soto del Barco», lo que me hizo recordar a los apreciados alcaldes de Muros de Nalón, Soto del Barco, incluyendo, por supuesto, al de Pravia, quienes siempre cariñosamente atendieron mis mensajes e inquietudes «rubenianas» para festejar cultural y socialmente las estancias de mi universal paisano enamorado siempre de ese mágico lugar y cuyas celebraciones tuvieron resonancia en las Américas, más allá del otro lado del mar...
El citado y amistoso envío era nada más para que leyera la inquerida omisión que tuvieron en LA NUEVA ESPAÑA cuando se dio publicidad, su Pregón, lo que me llenara de profunda satisfacción y que reproducimos aquí: «Pero si soy político, no menos me tira la literatura y de La Arena me cautivó, además de ese trato humano y culinario, el que uno de los mejores poetas de toda la civilización hispana, Rubén Darío, encontró en ese mismo trozo de paraíso un solaz esparcimiento, del que también hablan Pérez de Ayala y Azorín. Mucho debemos agradecer al abogado y escritor nicaragüense Heradio González insistencia constante de esa relación de Rubén con sus veraneos en Riberas de Pravia y La Arena. Antes Gamallo Fierro, Ramón García de Castro y Juan Antonio Cabezas me habían llamado la atención sobre la trascendencia de la espiral del bajo Nalón/Rubén»...
Entendemos que la precitada omisión no haya sido por mala leche antirrubeniana del periodista oficial, lector, censor, en la redacción.
Y con un fuerte «abrazo» de los tuyos tan famosos como tu persona, corresponde a tu mensaje, aplaudiéndote siempre por todo lo que escribes con superior inquietud; por eso no hay quien no te lea, haciéndolo en vida, cuando palpita tu corazón, en vida, no como le acaba de pasar a Adolfo Suárez en que todos a una «tirios y troyanos»... después de muerto, con la razón ya muchos años atrás callada, inexistente, por culpa de quienes ahora lo bendicen, no les da vergüenza sólo su nombre mencionar ... Antonio, ¡va otro abrazo total!
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