Prospectiva de petróleo-gas en Canarias y Asturias

El espacio insular del archipiélago hispano canario se está viendo sometido últimamente a una acción «prospectiva» compleja, debido a la diversa sistemática adoptada para tal fin. La «prospectiva» comprende los estudios y análisis que se deben desarrollar, en cualquier subsuelo, para predecir el futuro de su actividad, y la de los materiales útiles, eventualmente acumulados en el mismo. La prospectiva congénita de estas islas está referida a las secuencias de la actividad volcánicas –microterremotos– que las afectan permanentemente. La más reciente consideración, en tal sentido, está relacionada con el volcanismo anexo a la isla de Hierro, la cual sigue abierta a todas las consideraciones predictivas. La prospectiva, referida a los materiales que integran el subsuelo periinsular y su relación con el litoral del continente africano plantea cuestiones que se pueden sintetizar en dos: la primera se refiere a si pudieron acumularse gases volcánicos permanentes de estas islas en el subsuelo oceánico inmediato. La respuesta es positiva. La segunda está relacionada con si los materiales sedimento-orgánicos del litoral se continúan, en forma de depósitos, hundidos en el interior del océano. La respuesta, con matizaciones, es de la misma forma afirmativa. La conclusión de estas valoraciones relacionadas con la confluencia de gases volcánicos, y gases con sustancias aceitosas derivadas de la degradación de masas ingentes de sedimentos orgánicos, apuntan la aparición de un «ámbito prospectivo para geofluidos del grupo petróleo y gas», factible. La «prospección» debe concretar las apreciaciones prospectivas referidas mediante la exploración meticulosa del subsuelo implicado dentro de su ámbito.

Los recursos vislumbrados necesitan ser calificados como posibles o probables. Para tal fin es necesario realizar una activación de las prospecciones, generalmente indirectas o geofísicas, que disponen de notable resolución en este momento. En todo caso, el paso prospectivo definitivo viene dado por la realización de acciones directas que permitan «aflorar» gases o petróleo. En este caso la presencia del recurso se califica de segura o positiva. Lo más difícil suele empezar a partir de este momento. La pedagogía de hacer llegar al entorno social necesidades y seguridades resulta compleja para una tecnología exploratoria de evidentes riesgos pero con más que justificados estímulos cifrados en conseguir desarrollos requeridos por la sociedad del bienestar. Quizá convenga no olvidar que desde estas islas partieron otrora españoles que, con pocos datos prospectivos geográficos, afrontaron el riesgo de prospectar la geografía desconocida de una parte de la Tierra.

Las islas oceánicas actúan a manera de «inyectores» de gases profundos; también como zonas donde se remansan y acumulan sedimentos con mucha materia orgánica, degradable en brutos de petróleo. Conviene tenerlas en cuenta al buscar geofluidos de tipo petróleo y gas. Probablemente desde éstas resulte necesario afrontar el descubrimiento de los grandes recursos inmersos en los océanos, ahora que la tecnología de extracción y prospección lo puede facilitar. Las eventuales extracciones oceánicas se deben realizar con responsabilidad medioambiental estricta; bien dimensionada para las circunstancias de explotación regulares, así como para las incidentales, ya sean personales, tecnológicas, y también con los riesgos supletorios devenidos de la meteorología incidental. El futuro de los recursos energéticos está en los océanos y zonas perioceánicas. No cabe mejor futuro próximo que afrontar este desafío por los «tecno-Colón» que surcan, mediando minados muy complejos (plataformas de prospección y explotación), los océanos.

En 1964, investigaciones personales realizadas en las inmediaciones de Villaviciosa (Asturias) me permitieron descubrir gotas de petróleo en rocas costeras asturianas. Tal circunstancia, dada a conocer, promovió interés por las prospecciones petrolíferas en la costa asturiana. En diversos momentos se hicieron sondeos marinos con resultados positivos, pero sin los debidos calificativos económicos para llegar a la explotación permanente. En las actuales circunstancias sería un buen momento para reactivarlas en todo el golfo de Vizcaya, ahora mucho mejor conocido y con otras tecnologías más eficaces (fracturación-fracking) para tan compleja prospección-explotación. Riesgo cero no existe, ni para quien escribe lo que antecede. Responsabilidad, tan asumida como cordial, se supone a profesionales de investigación y docencia. Ellas son el apoyo para diferencias y dudas que surgen permanentemente respecto a lo expuesto; y que probablemente resurgirán, espero que esencialmente movilizando la reflexión. El buen minado de geofluidos almacenados en subsuelos litorales, insulares, golfos y océanos es factible, al margen de los asumibles de riesgos, además imprescindible para el actual desarrollo energético de las comunidades humanas. Es una reflexión científico-tecnológica que nuestro país tiene que encuadrar en su protocolo de desarrollo. Con un solo apasionamiento, el de servicio responsable.