Pensar

12 de Abril del 2014 - José Antonio Coppen Fernández (Lugones)

Es obvio que pensar es una actividad solitaria. Por cierto, que no es lo mismo sentirse «lonely» (solo) que «with myself» (conmigo mismo), es decir, que se puede estar solo físicamente, pero no estarlo porque se está con uno mismo. Las grandes elevaciones del alma sólo son posibles en la soledad y en el silencio.

No hará falta decir que hay quien obra sin pensar y quien piensa sin obrar, aceptando y reconociendo que, en ocasiones, nos ocurre a todos, sin excepción, por precipitación o inconsciencia. Cabe añadir, por otro lado, que los sentimientos a veces dificultan el pensamiento. Es muy importante organizar los procesos de pensamiento a través de la estrategia. En este sentido, no estaría de más emprender una campaña sugiriendo desarrollar la facultad de pensar, para analizar con mayor rigor los aconteceres que nos ofrece la actualidad. Vivir significa un mayor y permanente contacto con la realidad.

Subtítulo: El valor de utilizar la propia razón

Destacado: Las grandes elevaciones del alma sólo son posibles en la soledad y en el silencio

Reflexionar nos permitirá, con más facilidad, valorar las cosas de la vida con más certeza y evitar, así, caer en el vicio de magnificarlas y/o devaluarlas. En el fondo, nos atrevemos a añadir que quizás tenga sus genes en el equilibrio personal de cada individuo. Utilizando esta práctica habitualmente no solo evitaríamos errores y problemas, sino crear situaciones confusas, de crispación y pérdida de tiempo. Deberíamos recordar siempre que toda polémica es inútil si no hay esperanza de que resulte provechosa, y también deberíamos abstenernos de iniciarla cuando nos topamos con quienes, aun advirtiendo su equivocación, no la admiten, no dan el brazo a torcer, como se dice popularmente. I. Kant, filósofo alemán, nos advirtió: «Nunca discutas con un idiota, la gente podría no notar la diferencia».

En realidad, esta actitud mental proviene, en bastantes casos, tanto de la ofuscación como del fanatismo en el planteamiento de ideas o conceptos, que impedirá que el racional desarrollo de la facultad de pensar contribuya a la educación como ciudadanos con un contenido humanístico y, con ello, obstaculizará el atinado análisis de la realidad que acontece, sin huir del pensamiento crítico y reflexivo. Hemos de tener el valor de usar la propia razón.

Si no dedicamos tiempo a pensar, nuestro estancamiento nos conducirá fácilmente a la ausencia de evolución, para caer en las ideas fijas. Las ideas fijas no son fructíferas, porque no permiten crecer interiormente, que debería ser uno de los objetivos del ser humano. A medida que avanzamos en edad, los puntos de vista han de ir modificándose, pues no es racional pensar en la época adulta como en la adolescencia. Si así fuera, es que algo falla: la inquietud por mejorar el desarrollo de los músculos mentales.

Suele decirse que cada cual es como Dios lo ha hecho, pero también es verdad que podemos hacer algo por nosotros mismos, para llegar a ser precisamente eso: nosotros mismos. No nos quepa duda, somos como la arcilla, podemos modelarnos, pero, para ello, hemos de cultivar las inquietudes derivadas del árbol de la vida, de cuyas ramas nacen esas mismas inquietudes, y de sus hojas florecen las ilusiones.

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