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La Semana de la hipocresía

13 de Abril del 2014 - José Viñas García (Oviedo)

Hipocresía es la falsedad, simulación de buenos sentimientos o ideas que generalmente se oponen a los que se sienten o demuestran realmente en la vida diaria, especialmente relacionados con las virtudes religiosas.

Nadie está en contra de las creencias de cada cual, tampoco en contra de sus manifestaciones en forma de procesiones que, aunque están más cerca del folclore que de una verdadera religiosidad, se pudiera interpretar como una fiesta y eso está bien (para hacernos la religión triste, monótona, aburrida y poco creída están los curas y sus jefes de la Conferencia Episcopal). Ocurre algo simpático en esta Semana Santa, que se multiplican y reaparecen este tipo de espectáculos por todas las ciudades, algunas con menos parafernalia y boato dándoles un significado como de más credibilidad, pero cuando convertimos la religión en representaciones circenses, cuasi ridículas, como ocurre en su mayoría, estamos devaluando el sentido que debiera tener cualquier demostración pública de un acto de verdaderas creencias, pasando a convertirse en unos pasacalles fuera de lugar. Si Jesús apareciera por alguna de ellas, y viéndoles a ustedes disfrazados con esos cucuruchos en la cabeza, enmascarados y andando al son de unos tambores, se reiría de todos ustedes, les diría simplemente que la fe se demuestra todo el año, no ensayando y preparando ese pasacalles, sino ayudando a los más débiles, perdonando, rezando y siendo buena gente cada día y no dejarlo para aparentar en una semana lo que no se es. Si se manifestaran del mismo modo por los derechos perdidos, contra la tiranía del poder, contra los golfos que nos metieron en esta crisis haciendo pasar hambre a muchas familias, por las gentes necesitadas, que son demasiadas en estos momentos en España, estarían haciendo la verdadera procesión que Jesús quisiera en recuerdo de su paso por este mundo.

Una estatua es eso, una escultura simulando un personaje bíblico, no pasa de ahí. En otras religiones sólo están representadas en las iglesias por dibujos, lo cual les impide pasear al maniquí vestido como si del verdadero santo se tratara. Tengo respeto por los creyentes de corazón, por lo que representa para ellos todo lo que rodea sus signos y celebraciones, pero no así por este tipo de exhibiciones anuales que en algunas comunidades son reclamo turístico al más puro estilo carnavalesco.

Creo en Dios, pero no en ese Dios del pasacalles, representado por escenas de un drama, que para nada querría Jesús, celebrando una Semana que para nada debiera ser triste, así lo dispuso Jesús; si él hubiera querido, su paso por este mundo hubiera sido muy diferente, lo cual deja entrever que él así lo planifico, y en vez de coger la esencia de su ejemplo nos ponemos a reproducir todo sin rebuscar la tremenda realidad, que murió para darnos ejemplo de vida, no de muerte. Incluso si ustedes reflexionaran, llegó a decir a las mujeres que por el camino hacia el Calvario lloraban y gritaban: «Mujeres, no lloren por Mí, lloren por ustedes y sus hijos». Incluso clavado en la cruz hizo repetir a su madre aquella frase que ustedes debieran sellarla en su mente: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Así estamos nosotros, lloramos por él, cuando debiéramos llorar por nosotros, y no perdonarnos simples faltas o errores entre vecinos, cuando él perdonaba a quienes le estaban matando. Ésa sí es la verdadera Semana Santa, no sacar la imagen del santo simulando plañidear por las calles como si de sonámbulos se tratara.

Sólo quiero pedir perdón a quienes de buena fe su mente no les lleva más allá que a adorar estatuas y sentir que deben pasearlas para redimir sus penas o pecados. Pero el verdadero penitente se redime todos los días del año, haciendo el bien, sin necesidad de pasear imágenes. Y si no comprenden esto, sus folclóricas procesiones sólo representan una candidez que es perdonable a todas luces. Un abrazo.

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