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Jesús de Nazaret y el materialismo filosófico

15 de Abril del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

Ciertamente, la filosofía de la religión puede analizar la figura de Jesús desde distintas escuelas o corrientes filosóficas. Si bien Gustavo Bueno en su libro «El animal divino» desarrolla una sistemática filosofía materialista de la religión que aporta numerosísimos argumentos acerca del origen de la religiosidad o de los fenómenos espirituales. En relación con la persona de Jesús, considero que asume su condición divina desde el convencimiento más absoluto, según lo que se deduce de abundantes investigaciones sobre su proyecto de vida. Ya la conocida expresión espinosiana Deus sive natura reitera que todas las cosas existen en Dios. El mismo Gustavo Bueno escribe: El Jesús de Espinosa sería «la interioridad personificada», el equivalente filosófico del dogma de la Encarnación, porque en Jesús se unen Dios y el Hombre en la intimidad absoluta». Y la cuestión esencial es saber, precisamente, qué significación se le puede dar a esa identificación entre la mismidad personal y la divinidad desde una explicación descriptiva de orden fenomenológico. Quizás, incluso, la Encarnación y la cuestión de la Trinidad puedan ser analizadas desde la perspectiva de una filosofía materialista circular de la religión, puesto que es el hombre mismo la fuente de la luminosidad, o de los contenidos materiales característicos de lo religioso.

Indudablemente, el catolicismo, tal como también afirma la filosofía de Gustavo Bueno, posee una base y una fundamentación más racional si la comparamos con otras religiones. Porque es cierto que el irracionalismo es más abundante en otros cultos que no han asimilado del mismo modo, y con la misma intensidad, la filosofía griega y el derecho romano. Los grandes mensajes de Jesús son la confirmación y explicitación de una idea de Dios que propicia e impulsa de modo decidido a la verdad, a la libertad y a la bondad. Algo similar a lo escrito por Hegel en su «Vida de Jesús».

Este hijo de un humilde carpintero fue, a mi juicio, un verdadero numen por medio de su conducta, y por sus extraordinarios efectos o consecuencias prácticas, éticas y sociopolíticas en sus coetáneos, y a lo largo de dos milenios. Ya que como también indica García Sierra explicando la filosofía materialista de Bueno: «La filosofía de la religión que llamamos circular no afirmará propiamente que los «númenes» son hombres sino, más bien, que los hombres, al menos algunos hombres extraordinarios, son númenes y númenes reales (no por vía alucinatoria o por cualquier otro mecanismo psicológico)».

Jesús se considera que es muy probable que entrara en la comunidad de los esenios, y parece que sigue la tradición de Hillel que fue, como es sabido, un rabino y maestro judío que posee el gran mérito de ser el primer sabio en sistematizar la interpretación de la ley escrita. Además, Hillel, que murió el año 10 d. C., destacó por una interpretación más abierta y menos rígida de las escrituras en contraposición a la de los fariseos. Si se considera que el lema de Hillel era «no hagas a tu prójimo lo que odies que te haga a ti», se comprende que el filólogo francés del siglo XIX Renan valorando más datos e investigaciones estime que fue Hillel un maestro de Jesús.

De todos modos, la valentía y la extraordinaria fuerza que debía desprender Jesús de Nazaret a través de sus enseñanzas, y del gran ejemplo de su bondadosa, compasiva, alegre, solidaria y heroica conducta conformó un carisma que sirvió para producir un gran cambio cultural, social y político sobre todo después de su muerte. En cualquier caso, aunque se entienda a Jesús como un numen exclusivamente humano y no divino, algo que parece derivarse, a mi juicio, de los análisis filosóficos materialistas de la religión. Si bien, su pensamiento ético es admirable, y su condición divina quizás es la proyección de su amor universal.

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