De la prudencia
Cáritas Española publicó recientemente un informe sobre la pobreza en España y el ministro Montoro perdió la prudencia y despotricó contra la institución caritativa, porque le estropeó su discurso sobre los supuestos brotes verdes de la economía nacional. La misma película de todos los años: a los dos brazos del monopolio político (PPOE) les repatean los informes de Cáritas cuando ocupan la Moncloa, pero aplauden hasta con las orejas, e incluso utilizan esos informes en sus locuciones «mitineras», cuando están en la oposición. Esta vez Rubalcaba, además de aplaudir, aprovechó la ocasión para calificar irónicamente a Cáritas de organización de «extrema izquierda». No parece muy prudente que se ande con ironías sobre la izquierda un personaje que formó parte del Gobierno del GAL, pero es lo que hay. El caso es que los informes de Cáritas llaman la atención de cualquiera, pues las cifras que aportan sobre el número de pobres son siempre alarmantes. Es verdad que no hay termómetros fiables que midan esas cosas, con lo cual, a la hora de fijar lo que llaman «el umbral de la pobreza», los baremos que se establezcan siempre serán discutibles. Pero, aunque sólo haya la mitad de pobres de los que habla Cáritas, la cifra ya sería más que preocupante. Llama la atención igualmente que los portavoces de Cáritas Nacional sean tan locuaces y publiquen informes y/o comunicados varias veces al año, mientras que los de Cáritas Diocesana de Oviedo están muy calladitos. Porque temas de los que hablar en Asturias hay que dar y tomar y en las «líneas de acción de Cáritas», que ellos mismos publican cada cuatro o cinco años, nunca falta la referencia a la llamada «denuncia profética». No sé si son remisos a asomarse a la palestra pública por miedo a perder subvenciones o porque están muy ocupados en otras tareas, o porque algunos llevan ya años en el cargo y les afecta el lógico desgaste, o por las tres cosas a la vez. Pero lo que está claro es que están cayendo en el exceso de prudencia. Quizá porque se ven más los pecados de comisión que los de omisión, los bien pensantes tienden a caer más en el exceso que en el defecto de prudencia, pero no por ser más normal estadísticamente el exceso es más normal éticamente que el defecto de prudencia. Tan pecado es el uno como el otro. Así pues, arriesgándome a pecar por defecto de prudencia, les sugiero a los hermanos del Consejo Diocesano de Cáritas que copien de sus colegas de Cáritas Española y se asomen al menos una vez al año a denunciar los olvidos e injusticias que se cometan contra los asturianos desde las administraciones públicas y a enfrentarse igualmente a los abusos y «eres» de algunas grandes empresas, que juegan a veces con el pan de sus trabajadores.
Dado que donde cabe una sugerencia caben dos, aprovecho para sugerirles también que convenía mejorar el nivel de las asambleas diocesanas de Cáritas. Aunque sea cada cuatro años, no es de recibo movilizar a los voluntarios de las «alas» de Asturias para que vayan a Oviedo a votar cuatro afirmaciones de Perogrullo y a escuchar el discurso-tostón de turno. En Cáritas, como en cualquier institución, hay temas discutibles, que podemos y debemos debatir y decidir entre todos. Los voluntarios tienen ideas y pueden y deben hacer algo más que rellenar paquetes de alimentos o entregar vales.
José Manuel Fueyo Méndez
Cangas de Onís
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