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La gran obra filosófica de Gustavo Bueno

28 de Abril del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

Evidentemente, la filosofía materialista de Bueno es crítica y extraordinariamente sistemática. La «Teoría del cierre categorial», «Ensayos materialistas», «El animal divino» y otros muchos libros y artículos conforman una extensa, profunda y grandiosa obra que demuestra que el español es un lenguaje filosófico de primer orden en el mundo. Además, la capacidad argumentativa de los que utilizan el materialismo es prácticamente ilimitada. Porque su gran potencia conceptual está fundamentada en la elaboración de unas clasificaciones ontológicas, y gnoseológicas que delimitan de un modo muy profundo, coherente y racional los diversos campos de conocimiento de una forma articulada y estructurada en forma de sistema. Porque una cuestión clave que no siempre se tiene presente es que la filosofía manifiesta su calidad a través de la profundidad de los razonamientos de los filósofos. La actitud polémica es la propia de Bueno, ya que sus razones se basan en una actividad judicativa rigurosa y libre frente a prejuicios y dogmatismos cómodamente afirmados. Al ser la filosofía un saber de segundo grado necesariamente toma los materiales de conocimiento y análisis de los diversos saberes existentes en la realidad material.

Los términos, operaciones y relaciones constituyen los conceptos que son especificaciones de las diversas actividades humanas en el mundo empírico, y que son los saberes de primer grado. La filosofía se dedica, entre otras cosas, a la clasificación de los distintos conceptos en las diferentes ciencias y campos de conocimiento para descubrir las ideas que relacionan y definen a las diferentes clases de conceptos. La gran tarea de la filosofía es, precisamente, la de clasificar las ideas. La actitud de Bueno es parecida, en cierto sentido, a la de Sócrates porque se fundamenta en una deliberación dialógica y crítica que elimina o destruye contradicciones, y hace avanzar el conocimiento clarificando cuestiones y aspectos que no disponían de una adecuada delimitación argumentativa.

Por tanto, la filosofía materialista se caracteriza por ser eminentemente crítica y antidogmática, ya que lo somete todo a discusión razonada. Frente al relativismo cultural, que aparentemente se justifica desde la tolerancia hacia las diversas culturas, el planteamiento del materialismo insiste en que existen unos límites culturales marcados por la universalidad de las certezas. En lo relativo a la gran pregunta acerca de la utilidad de la filosofía, está claro que es para resolver problemas que son de muy distinta índole. Partiendo de un enfoque profundo y clarificador de la auténtica realidad material del mundo, sin falsas creencias o ideologías que imposibiliten las posibles vías de solución y las alternativas materialmente posibles.

Los fundamentalismos existentes en la actualidad y en el pasado también son objeto de la crítica demoledora del materialismo filosófico. Porque el presente es objeto de la filosofía en los análisis y clasificaciones de la realidad. Ciertamente, las respuestas o contestaciones a los problemas del mundo no son definitivas ya que son revisables en función de los continuos cambios sociales, políticos y culturales que se producen inevitable e inexorablemente. En este sentido, la trituración crítica de las pseudociencias y de las supersticiones, así como de las irracionalidades observables en determinadas cuestiones científicas y políticas es algo fundamental en el pensar racional frente a la corrupción interpretada y entendida en sus diversos matices semánticos.

Indudablemente, el materialismo filosófico se define a través de la pluralidad de contenidos del mundo y de las ciencias y saberes. No es la manifestación de la corporeidad como podría suponerse en una primera aproximación conceptual. Desde la ontología la realidad se configura de modo material corpóreo y también incorpóreo porque las ondas y las radiaciones no son espirituales. Existen tres géneros de materialidades según Bueno, que son: M1, que es el mundo físico externo; M2, los procesos internos, y M3, las entidades externas. El hecho de que el mundo no es toda la realidad porque existe a escala humana. Lo que, a mi juicio, plantea una cierta perplejidad es porque el materialismo filosófico afirma que la materia es eterna negando absolutamente su creación o aniquilación. Aunque la solución a esto último se visualiza si se considera que la materia es según Gustavo Bueno una pluralidad infinita de contenidos indeterminados. Lo discutible es, en mi opinión, la infinitud que no puede ser demostrada teoréticamente.

Considero que el materialismo filosófico se proyecta como una poderosa herramienta metodológica en la construcción del presente y del futuro. Porque es aplicable a través de su sistematismo analítico y explicativo a la totalidad de los campos de conocimiento, y a muy diversas actividades y disciplinas con resultados positivos y útiles, ya que se clarifican numerosos aspectos y se detectan nuevas posibilidades.

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