España, paro y pobreza
España es el segundo país europeo, por detrás de Grecia, que menor capacidad tiene para atajar la pobreza infantil a través de sus ayudas sociales. Eso es lo que ha afirmado rotundamente el director general de la Fundación Save The Children, Andrés Conde, al presentar hace unos días el documento «Pobreza infantil y exclusión en Europa».
Según informes recientes de la Unión Europea, Asturias es la decimotercera región de Europa con mayor tasa de desempleo. Lideran el top ten de más paro en Europa seis regiones españolas (Andalucía, Ceuta, Melilla, Canarias, Extremadura y Murcia) y dos griegas (Macedonia Central y Occidental). Estos datos del desempleo en España triplican la media europea y colocan a nuestro país en una situación bochornosa en la creación de empleo. Pero peores son aún estas cifras si consideramos el paro juvenil que llega hasta números escandalosos, situándose España, su marca, a la cabeza entre todos los países de la UE.
Estos datos, crueles y tozudos, contrastan con los dados por el Gobierno de Mariano Rajoy sobre la falsa recuperación económica en España. Dejan en ridículo las declaraciones de los ministros peperos Montoro, De Guindos y Báñez, sobre la previsiones del empleo. Según el criterio de los expertos analistas europeos, seguirán esas tasas alarmantes hasta más allá del 2020.
Además, las decisiones del PP, rancias y nada creativas, han dejado a España medio arruinada, con un paro disparado, con más de cinco millones de desempleados. No existe casi inversión empresarial y pública; se han cerrado numerosas pequeñas y medianas empresas; se ha perdido el poder adquisitivo de las pensiones; bajan los salarios; suben los impuestos; baja la inflación y nos acercamos a una peligrosa deflación. Por si fuera poco, tenemos una pobreza infantil vergonzosa: somos el segundo país europeo con más pobreza infantil.
Los esfuerzos del rey Juan Carlos en su viaje de negocios por ir en busca de inversiones, gracias a sus amiguetes en los Emiratos Árabes y Kuwait, son fruto de la desesperación. Por otro lado, de conseguir de esa forma contratos por millones de dólares o dirhams estaríamos vendiendo nuestro país a los árabes. Y esto sólo beneficiaría a cuatro grandes empresas españolas— sic, cuatro— y no a los medianos, pequeños empresarios ni a nosotros ciudadanos.
El Gobierno del PP cacarea que crea puestos de trabajo, pero todos sabemos que de los pocos que se generan se destruyen muchos más —son temporales, en precario, vamos, lo que llamamos contratos basura.
Todos los expertos reclaman una reforma de incentivos en el mercado laboral y en las fórmulas de contratación. Todos exigimos, excepto los gobernantes del PP, un profundo cambio en las políticas sociales y económicas. Y bien haría el presidente del Principado, Javier Fernández, en agarrarse los machos en estos temas y reclamar más colaboración al Gobierno de Rajoy y a los sindicatos, que a veces esconden la cabeza debajo del ala y se escaquean.
Estremecedores y demoledores son los informes de Cáritas Española, de Cruz Roja y de la organización Save the Children —nada sospechosos de izquierdistas— sobre la pobreza y el hambre en nuestro país: uno de cada tres niños españoles no tiene asegurada la comida. Esta situación se calificó de muy preocupante y que afecta a la salud de millones de menores, que viven en familias por debajo del umbral de la pobreza, en riesgo de exclusión social, sin atender sus necesidades sociales más básicas y perentorias.
Hace pocos días, en la Comunidad Valenciana, la ministra Fátima Báñez declaró que la recuperación «va sobre ruedas» y que España «lidera la bajada del desempleo, apreciándose bien los resultados de la reforma laboral». Este discurso parece sacado de un film de los hermanos Marx, por el sarcasmo que nos produce. ¿Vivirá en España la ministra Fátima? ¿Saldrá alguna vez de su despacho y caminará por la calles, por los polígonos industriales, por las barriadas, o por las oficinas del paro?
El Gobierno del PP sigue realizando maniobras de distracción para que no apreciemos su estrepitosa gestión y su tapada corrupción.
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