Increíble pero cierto: dos fallos distintos ante un mismo recurso
Resulta increíble, sí; pero, desafortunadamente, es cierto cuanto afirmo en el título de este artículo. La causa por la que se recurre ante un TSJ o Tribunal Superior de Justicia es la misma: un daño moral e intelectual, de esos que originan un dolor indecible en el alma y una indignación inconmensurable.
Los dos tribunales de Justicia son del mismo rango: autonómicos. Y ambos corresponden a dos respectivas autonomías del norte de España: el TSJC, o Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, y el TSJA, o Tribunal Superior de Justicia de Asturias.
El letrado es el mismo en los dos recursos: un abogado de Madrid, de probada experiencia. Las recurrentes son ambas mujeres, doctoras y titulares de Universidad, de igual área de conocimiento.
Y la causa por la que se acude a dichos Tribunales Superiores de Justicia es también idéntica: la apelación ante un fallo flagrantemente injusto y de una magnitud y consecuencias indecibles por su enorme calado y trascendencia ética, social y académica.
Pero... ¡he aquí la diferencia! En el Tribunal Superior de Cataluña se aprueba el recurso y la recurrente gana, como es justo y debido, y puede así resarcirse, si no del daño moral e intelectual infligido, sí de sus derechos lesionados en el orden académico y económico. Mientras que el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, por la mismísima causa, y con el mismísimo abogado defensor, y con posterioridad a ese fallo del TSJC, que debería sentar precedente en la Jurisprudencia española, por la mesura y profundidad de su análisis y juicios, acaba de desestimarlo.
Es verdaderamente indignante e inadmisible que ocurran hechos así. ¿Acaso ese tribunal de tres magistrados, una mujer y dos hombres, no se ha dignado leer detenidamente las cincuenta páginas con los razonamientos y argumentaciones del abogado defensor? ¿Acaso no se atreve a ir contra los fallos de la Administración del Estado? ¿Acaso lo han leído, pero sin el suficiente detenimiento? ¿Acaso tienen hijos universitarios y no han calibrado el daño que se les inflige cuando los profesores altamente cualificados, y con probada experiencia investigadora, ganada incluso en un concurso oposición ya hace años en la nación o el país donde nació hace siglos el Derecho occidental?
Son preguntas que formulo y espero contesten los tres miembros de ese tribunal, a los que no tengo el gusto de conocer, pero espero ver cara a cara alguna vez en mi vida para decirles cuantísimo dolor e indignación siento en el alma, no sólo por mi defensa a ultranza de la Justicia, sino porque soy la madre de la profesora damnificada y mi dolor y mi indignación superan al que a ella tan injusta y ciegamente le han infligido.
Y siento aún más que fue mi hija quien eligió presentarlo ahí –pudo hacerlo en Madrid– por su aprecio y afecto a Asturias, convencida de que era de justicia su reclamación, y confiaba en que ese TSJA actuara ante la misma causa, igual recurso e idéntico letrado de la misma manera que actuó hace dos años el TSJC con su colega de la Universidad de Barcelona, estimando su recusación.
Me quedará siempre la duda de si debió presentar su recurso ante el TSJM y no ante el TSJA cuando le comentaron que en Asturias todos los recursos de esta naturaleza, de profesores universitarios lesionados en sus probados y evidentes méritos académicos, se suelen desestimar. Es una lástima que suceda así, ya que en Asturias se ha luchado siempre por una Justicia pulquérrima, tanto o más que en Cataluña.
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