Historia de una imagen
Ahora que estamos en Semana Santa, creo que es un buen momento para contar a los avilesinos un poco la historia de Jesusín de Galiana, sito en la parroquia de San Nicolás de Vari.
Allá por los años de la guerra civil, parece ser que la imagen de Jesusín de Galiana fue incendiada, destruida. Avilés se quedó sin Jesusín de Galiana. Una vez terminada la guerra, un avilesino amante de la talla, al enterarse de lo que había pasado con el Jesusín de Galiana, voluntariamente, sin que nadie se lo haya pedido y sin ningún afán de lucro, ha realizado una imagen en madera de Jesusín de Galiana, cediéndola a la parroquia para que cuando llegase el momento, no estuviésemos sin Jesusín de Galiana para la Semana Santa.
Pasan unos años y una señora, la alcaldesa, la señora del alcalde por esos años, Sr. Suárez Puerta, ha decidido por su cuenta que ese Jesusín no valía para Avilés. Hacía falta un Jesusín de Galiana de más categoría que el realizado por este entusiasta avilesino amante de la talla. Así que, ni corta ni perezosa, ha encargado, por su cuenta uno a no sé quién, pero, eso sí, lo ha encargado en Madrid. Debe ser que le daba más caché, más categoría, a ella claro. Y va y se trae un Jesusín de Galiana para Avilés hecho en la capital, en Madrid. Y lo ha pagado ella (no sé si con su dinero o con dinero del erario municipal), pero lo ha pagado y lo ha traído para Avilés. Y se lo cede a la parroquia imponiendo su voluntad para que fuese el suyo el que se utilizara para todos los actos litúrgicos.
El párroco de San Nicolás en esos años, decide retirar el Jesusín tallado en madera por el avilesino amante de la talla y lo exilia en los desvanes de la parroquia de San Nicolás.
Allí permaneció años. Llega D. Ángel a la parroquia de San Nicolás allá por los años cincuenta y pico. Y un buen día se encuentra en el desván una imagen de Jesusín de Galiana, abandonada, llena de polvo. La desempolva y ve que está firmada por su autor Enrique Santos.
Él que no era todavía buen conocedor de los feligreses de la parroquia, investiga y se entera de quién es el autor y dónde vive. Se acerca a su casa y le pregunta: Enrique Santos, por favor, ¿vive aquí?
-Pues sí, le contesta su esposa.
-Soy el párroco de San Nicolás y quería hablar con él sobre una imagen de Jesusín de Galiana que me he encontrado en el desván de la iglesia.
Después de una charla que terminó en amistad para siempre, decide bajar la imagen del desván, es restaurada por el autor de la obra y D. Ángel le busca un sitio honorable en la iglesia, la capilla situada a la derecha del Altar Mayor. Y allí sigue el Jesusín de Galiana tallado una vez terminada la guerra y después restaurado por Enrique Santos allá por los años cincuenta y pico.
Ahora, en Avilés hay dos. Uno en la capilla, el traído de Madrid, y otro en la parroquia, cuyo autor avilesino es Enrique Santos. Nunca ha salido en una procesión desde el nacimiento del madrileño. Nunca jamás Enrique Santos pudo ver su imagen procesionando por Avilés.
Es evidente que lo que se hace en la villa no se valora en absoluto, al menos lo que hicieron algunos, que no se sabe por qué (yo nunca lo entenderé) fueron condenados a permanecer en el, casi, anonimato.
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