Grado, Asturias, no nos los merecemos
Regreso a Asturias después de casi treinta años ausente, salvo esporádicas visitas. He residido en Madrid, capital de la prisa, el estrés, la naturaleza muerta, el sin vivir, los extremos y los excesos, la falta de humanidad, la policromía de culturas incomprendidas, donde está empezando a imperar una xenofobia dura, donde la crisis y la sin razón están generando fobias y odios.
Y llego a Asturias y la encuentro cambiada, más verde, más fresca, más racional, con avances importantes en infraestructuras, en cultura y en ocio, pero igual de pueblerina y aldeana que antaño, o al menos a mi me lo parece, igual son los aires de pijotismo capitalino que se me han pegado (Dios no lo quiera), que a toda la periferia la miran con desdén y aires de superioridad, creyéndose el ombligo del mundo y a los demás como catetos irredentos.
He llevado y llevo a Asturias en el alma y, gracias a algunos familiares, llevo a Grado en el corazón. Debería ser un delito condenado con penas de cárcel no amar esta tierra, una vez conocida y disfrutada. Tendrían que ser castigados con trabajos forzados los que habiendo visitado Grado no quedasen enamorados de esta villa, tranquila, serena, de fácil paseo (uno que paseó los vaivenes de Vallecas lo atestigua), de disfrute festivo, de mercadeo antiguo, con olor a huerta y a autenticidad, de vecinos curiosos y amigables, de paisanaje cordial, de gentes atentas y hospitalarias. Que pena que el papanatismo de los cargos públicos lo estropee.
Y para ejemplo relato un simple acto: Inauguración del acondicionamiento de las aceras y calzadas del barrio de El Casal, martes día 7 de julio, asisten una Consejera del Principado (en mi ignorancia de recién llegado no distinguí ni su cartera ni su nombre), acompañadas de varias personas del propio gobierno regional y el Alcalde del Concejo moscón, asistido de varios concejales. Todo normal si no hubiera sido por:
a) Las obras hacía más de quince días que estaban finalizadas y eran utilizadas por los vecinos. Inoportuno.
b) Las obras adolecen de varios defectos: mala iluminación en algunas puntos, altura excesiva de las aceras, mal diseño de alguna calle, etc. Inaudito.
c) Imagino que para motivar a los vecinos a acudir a tan memorable acto, el Ayuntamiento de Grado invita a todos los asistentes a un vino español (y efectivamente los vinos eran españoles, y las cervezas y los refrescos, las tortillas, las empanadas, los chorizos, los pasteles, etc. etc.). Pero claro cuando ocurre esto pasa lo que pasa: en el acto inaugural había mal contadas treinta personas, cuando empezó el vino pasaban de setenta. Dispendio.
d) El hierático Sr. Alcalde pasa de los vecinos presentes hasta que a la Sra. Consejera se le ocurre dirigirse a los asistentes para saludarles personalmente, evidentemente el primero acude raudo a imitarla. Bochornoso.
Si esto fuera privativo de Grado y su Sr. Alcalde, todavía tendría remedio, unas clases de protocolo y de humildad, unos cursillos de prioridades y valores y la advertencia de la responsabilidad y consecuencia de los actos propios, podría ser una solución, salvo los que por su contumacia en el error, merezcan escarnio y vergüenza públicos. Lo traumático es que, por lo visto en la prensa regional y las televisiones locales, es común denominador de la clase política y ya no solo regional sino nacional, y baste ver en el embrollo en que andan metidos Gobierno de la Nación, oposición y presidentes regionales a propósito de la financiación autonómica. O los distintos raseros que utiliza el primer partido de la oposición en las distintas causas abiertas en los juzgados contra miembros destacados de sus filas, a unos los obliga a presentar la dimisión antes de la sentencia y a otros no los quita del sillón ni con goma 2 eco. Tal parece que aquí una vez alcanzado el poder, por pequeño que éste sea, de lo que se trata es de trincar, trajes, pasta, votos o populismo.
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