Los niños, lo más vulnerable
La protección del menor debe ser, tiene que ser, una de las principales prioridades de toda la Administración del Estado. Los niños son los actores sociales más dañados y más quebradizos en cualquier tipo de conflicto que se produce. Desprotegidos y muy expuestos, la ley y las instituciones deben redoblar esfuerzos y articular soluciones para defender a la infancia de las guerras, de la pobreza, del hambre, del tráfico sexual y de cuantiosas amenazas que, con gran dureza, penden sobre ellos y sobre su futuro.
En nuestra España de hoy, la crisis sigue poniendo en jaque a muchas familias con hijos pequeños, lo que provoca un empobrecimiento de la alimentación infantil. Docentes, padres y agrupaciones han constatado un aumento de casos de niños que llegan a clase sin haber desayunado o que apenas llevan alimentos para comer en el recreo y aguantar el resto de la jornada escolar. Y cuando sí los llevan, no siempre son los más adecuados. Esta realidad ya ha puesto a trabajar a servicios sociales y a colectivos que reparten alimentos entre las familias más necesitadas, cuyo número se ha visto incrementado en los últimos tiempos.
Se deja notar que en el perfil de personas que se acercan a Cáritas en demanda de ayuda han aumentado los matrimonios jóvenes con dos o tres hijos, en paro y con escasez de ingresos, que nunca habían tenido una situación de dificultad económica tan acuciante como la actual.
Sí, por desgracia en nuestro país existen evidentes casos que llevan a la preocupación de buena parte de la sociedad. Pues ¿qué puede añadir más angustia que saber que en nuestra comunidad hay niños que se marean en el colegio porque no están alimentados debidamente? No, no hay madre o padre que se olvide darles el desayuno o la merienda a sus hijos. El problema es cuando resulta imposible hacerlo muchos de los días del año. ¡Una verdadera tragedia!
Por eso, presidente del Gobierno y ministro o ministros responsables, sobran los excesivos recortes en educación, pues es aquí, ciertamente, donde se echa demasiado en falta una eficiente intervención del papá Estado.
Leemos que, a partir del pasado lunes, los niños que viven en España ya pueden legalmente presentar una denuncia si consideran que alguien vulnera sus derechos fundamentales. Y la alimentación tiene que serlo. Se ha acabado, pues, la indefensión teórica que siempre ha acompañado al menor en su tránsito hacia la madurez. ¿Será la solución a todo?
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