Las churras y las merinas
Acabo de leer (dos veces) con auténtico estupor el artículo que dedica Javier Neira a Gabriel García Márquez. Lo de estupor se debe fundamentalmente a tres motivos.
El primero es que no está escrito desde el corazón, sino desde las vísceras. Todo el artículo emana un tufillo demagógico político digno de reproche, y llega a sacar a colación que el chancho, a quien llamaban el cerdo, pasó diez años sin ducharse. Creo que ese dato es absolutamente irrelevante en un artículo dedicado a uno de los mejores escritores del siglo XX, pero claro, señor Neira, tener un amigo que no se lava hace que tu literatura sea un poco maloliente, y eso le quita mucha gracia y grandes méritos artísticos al genial escritor. Sólo le faltaba decir que el bigote de Frida Kahlo deslució su obra hasta límites insospechados. En fin.
La segunda causa de horror fue el tremendo atrevimiento del señor Neira al comentar de manera literal que era un pelmazo escribiendo. Mi pregunta es: ¿Ha leído la mayoría de las obras del genial colombiano o se ha sentido repelido por su escritura por ser amigo de Fidel Castro? Vamos hombre, pelmazo es el que aburre a morir contando chorradas. ¿De verdad ha leído "Cien años de soledad", o se la han contado?
La tercera causa de mi estupor consiste en conectar su novela "Memoria de mis putas tristes" con Woody Allen y los supuestos abusos a su hijastra. No tenga la osadía de dar por supuesto cosas que no están probadas.
Finalmente ¿Qué tiene que ver el tal Kaperucinsky con que García Márquez camine hacia el olvido? Al tiempo, señor Neira.
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