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La Santa Grandeza de Juan Pablo II

24 de Abril del 2014 - Rafael Gutiérrez Amaro (Linares (Jaén))

Como muchos jóvenes de entonces, yo soy de la generación de Juan Pablo II. Cuando Juan Pablo II empezó su pontificado yo ya había comenzado mi labor como profesor de matemáticas de enseñanza secundaria; y desde el primer momento este Papa tan providencial y enigmático para la Iglesia Católica, fue para mí un guía y un maestro insustituible, yo desde el principio: bebí de sus fuentes de aguas claras y cristalinas.

Este Papa enganchó a muchas personas a la fe, dio firmeza a muchos que andaban perdidos en la incertidumbre y en la duda, hizo feliz a muchas personas que estaban deseosos de encontrar la verdad, nos hizo vivir a todos experiencias inolvidables y apasionantes, llenas de entusiasmo; y todo en un tiempo de ambigüedades y de desatinos filosóficos y morales; pocos años antes se había dicho, quizás, por Pablo Sexto, anterior pontífice: Que el humo de Satanás había entrado por las grietas de la Iglesia, muchos prestigiosos y relevantes personalidades eclesiásticas decían que todo, en la Iglesia, estaba: patas arriba, era tremendo; y Juan Pablo II empezó quitando nuestros miedos y dirigiéndonos claramente a la única realidad: Jesucristo y nos enseñó el único Camino, y nos dijo cuál era la Vida verdadera ; y todo con decisión y contundencia. Él con su habilidad ilusionante nos habló de esperanza y nos llenó de vida a: niños, jóvenes y mayores.

Recuerdo vivamente cuando Karol Wojtyla dijo aquello de "No tengáis miedo, abrid de par en par vuestros corazones a Cristo y también recuerdo cuando dijo aquello de: "Europa, sé tú misma, aviva tus raíces. Espiritualmente nos ha dejado una enseñanza, un mensaje y un legado apasionante.

El 9 de noviembre de 1989 ocurrió lo que nadie pensaba que podía ocurrir: la caída del muro de Berlín. Eso, años antes era impensable, nadie pensaba que en tan poco tiempo fuera posible la caída del Comunismo en una extensión tan grande de Europa. Cayó por su propio peso, pero nadie duda de la participación activa de Juan Pablo II.

Él también fue un profeta, capaz de ilusionar, y al mismo tiempo denunciar las injusticias del mundo; y por ello propició la actualización de la Doctrina Social de la Iglesia, en temas tan importantes y urgentes como: el salario justo, la hipoteca social, la explotación laboral, la función de los sindicatos, la creatividad emprendedora del empresario, la presencia de la mujer en el ámbito social, etc.

También me gustaba su estilo maternal cuando hablaba de la espiritualidad mariana; la devoción a la Virgen estaba cimentada en la firmeza de su fe en Cristo.

Ha sido guía de la humanidad durante 27 años; ha sido: faro, camino, brújula; y todo ello con habilidad y destreza; pienso que nadie se sentía presionado, actuábamos con libertad pero a sabiendas de que él era el que tenía para nosotros la flecha indicadora.

Probablemente pocos hombres han conocido el misterio de la Cruz como él. Y al conocer tan profundamente el misterio de la Cruz conoció también profundamente el misterio de la Vida, de la vida en esta tierra y de la Vida Eterna en el Cielo. Juan Pablo II, protege: nuestros desvelos, nuestras ansiedades, nuestras preocupaciones, nuestro tiempo y nuestra historia. Protege nuestras vidas rogando insistentemente a Jesucristo por nosotros amén.

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