Medio ambiente y publicidad engañosa
Los acontecimientos vienen a demostrarlo. El paisaje protegido del Sueve o monumento natural de las Tejedas del Sueve son figuras huecas en las que la protección es una simple excusa para la venta al por mayor de uno de los enclaves naturales más importantes de la región.
El monumental despiste de dejar fuera del espacio protegido, en los sucesivos documentos previos a la declaración, al paraje de Obaya, con sus helechos tropicales, o el ninguneo que se hace en los mismos borradores a los legítimos propietarios y administradores del territorio, la junta administrativa del puerto del Sueve, denotan incompetencia y torpeza. Aunque en ambos casos la Consejería parece estar rectificando.
Lo más preocupante es, sin embargo, que la principal amenaza para este medio, el excesivo número de gamos que acaban con el bosque y los pastos, se está afrontando con criterios cada vez más alejados de la necesaria y urgente salvaguarda del paisaje.
Si la cifra manejada hasta la fecha de 400 gamos para toda la reserva se había revelado insostenible, últimamente se habla de 400 a 500, incluso más ejemplares, para un espacio mucho más reducido, puesto que la superficie prevista en principio ha sido drásticamente recortada.
Todo ello demuestra la falta de interés que existe en esta Consejería de Infraestructuras y Medio Ambiente a la hora de proteger este emblemático macizo y el bosque milenario, único en toda Europa, que alberga en su parte alta.
Una vez más, se da prioridad a una actividad cinegética que resulta deficitaria para las arcas del Principado, por encima de los intereses de la ganadería y la conservación del medio.
Los monumentos naturales asturianos se caen en pedazos como en Eirós o Pastur, o empiezan a mostrar graves síntomas de decadencia como en Bermiego y Lago. Nada de esto llega siquiera a inmutar al Gobierno del Principado, cuya política de conservación parece invertir más en publicidad y planes de dinamización que en gestión y protección real.
Los expedientes se acumulan y los problemas se enquistan durante años, como en el caso del PORNA, eternamente paralizado, de Abamia, del plan de manejo del tejo, que ya debería haberse revisado y aún ni siquiera ha empezado a rodar fuera de los despachos. Esta Consejería se parece cada vez más a una tortuga, pero no por lenta, sino porque ni siquiera sale de su caparazón.
Por desgracia, en materia de medio ambiente las cuestiones que no se afrontan y solucionan no se estancan simplemente, sino que se deterioran y empeoran cada vez más. No nos queda otro remedio que denunciar una y otra vez las mismas situaciones, con la esperanza de que en algún momento se empezarán a gestionar los temas pendientes, en particular el Sueve, pensando en los hábitats y sus habitantes. Pero por el momento, tan sólo se adivina la fijación obsesiva de los dirigentes del Principado por la explotación turística y ese pretendido desarrollo que aniquila el mundo natural y tradicional y convierte prados en campos de golf y paisajes protegidos en cotos de caza.
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