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Popper y el problema de la demarcación

13 de Junio del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

La delimitación proporcionada por la posible falsabilidad de las teorías científicas es lo que determina la validez y justificación del criterio de demarcación. Evidentemente, los contenidos empíricos son los auténticos elementos objeto de la investigación realmente científica en el sentido fuerte de la expresión. Si ciertas teorías no pueden ser comprobadas por medio de la experiencia o por medio de procedimientos experimentales no son científicas, porque son inmunes al protocolo experimental. Consecuentemente, la simple validez lógica exceptuando la matemática no es prueba de cientificidad en las restantes ciencias.

Que la falsabilidad sea lo que define un buen criterio de demarcación frente a la verificabilidad se explica porque la teoría que resiste con éxito los intentos de refutación o falsación demuestra una mayor solidez y una contrastación con la realidad empírica que supera ampliamente la simple verificación.

El problema de la demarcación está, a mi juicio, relacionado con la cuestión del planteamiento de hipótesis y también con lo probable como ámbito en el que también se mueve la ciencia. Si bien, por ejemplo, se puede dudar razonablemente del carácter científico de las teorías freudianas, considero que esto no es aplicable al darwinismo o al neodarwinismo como teorías explicativas y descriptivas de los procesos evolutivos desde una perspectiva amplia y general.

Indudablemente, la corroboración no es algo definitivo porque está vinculada a la provisionalidad de los sucesivos enunciados descriptivos y a la observación de la realidad. En este sentido, frente a la episteme platónica como conocimiento absolutamente seguro y demostrable, el planteamiento popperiano, muy acertadamente, afirma la indagación de la verdad de un modo crítico, en lo que puede denominarse racionalismo crítico, tal como señala el propio Popper. En efecto, la actividad crítica de la razón debe aplicarse a las teorías y supuestos que conforman el saber humano para depurarlo de errores e incoherencias.

Desde el planteamiento popperiano existe una diferencia insuperable entre los universales y las clases de experiencias. Si bien considero que las propias formas verbales de los enunciados son la expresión indirecta de una lograble conexión entre lo universal y lo empíricamente singular. Aunque también es cierto que el campo experiencial de la realidad se distingue muy claramente del ámbito puramente conceptual, esencial o universal.

Pero lo que explicita más ampliamente el verdadero problema de la demarcación tal como lo entiende Popper es la distinción efectiva entre las ciencias empíricas y los sistemas metafísicos. Aunque, en mi opinión, la propia provisonalidad y probabilismo de las ciencias convierten en borrosa la separación entre lo metafísico y lo empírico, al menos desde la perspectiva de las ciencias sociales.

Porque la experiencia está sujeta a observación, pero también a explicaciones y comprensiones interpretativas y valorativas. En cambio, en las ciencias duras, como la matemática, la física y la química, la rigurosidad de los cálculos y de los procedimientos teóricos y experimentales permite una objetividad que es mas difícil de conseguir en las ciencias humanas.

Se puede construir una metafísica intramundana y la misma teorización filosófica que está en la base incluso del procedimiento justificativo y organizativo de la investigación científica como es notorio en la obra de Mario Bunge muestra la utilidad del orden y la sistematicidad, que son, en realidad, propiedades de los sistemas metafísicos o filosóficos.

La actitud cognoscitiva de Popper se expresa, además de en el ámbito de la teoría del conocimiento, también respecto a lo social y a la política. El racionalismo crítico es, aplicado a la sociedad, un método tentativo que reforma y revisa las estructuras sociales y políticas para mejorarlas en un proceso de transformación paulatino y progresivo. En mi opinión, la ingeniería social propuesta por Popper debería ser más radical y profunda para cambiar más rápidamente los desajustes que causan injusticia social generalizada en el mundo. Indudablemente, el profundo conocimiento de los distintos tipos de situaciones de la realidad potencia una racionalidad que promueve las mejores soluciones para la colectividad y para los ciudadanos. Que la democracia permite y posibilita la corrección de errores como sostiene este pensador no impide que puedan realizarse grandes cambios institucionales y legales para que se consiga más velozmente un bienestar económico y social para todos los ciudadanos que conforman cada Estado en el mundo.

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