Europa solidaria
Ante las elecciones europeas del 25 de mayo, España y los demás países que forman parte de la Unión Europea afrontan una situación económica, a mi juicio, crítica por numerosas razones. Si bien Alemania parece ser el Estado más fuerte desde el punto de vista económico, los países del Sur padecen la crisis económica de un modo especialmente grave. Frente al individualismo y al relativismo y consumismo, es necesario desarrollar actitudes proactivas, enérgicas y dinámicas. El indiferentismo moral característico de los antiguos sofistas griegos, junto con un escepticismo pasivo, no contribuye a la disminución de las desigualdades y la injusticia social. La misma globalización ya existente debe reorientarse en un sentido positivo, si esto es posible. Ante los datos de la EPA en el primer trimestre de 2014 en nuestro país, considero que es indispensable una política intervencionista del Estado con la finalidad de mantener unas condiciones de vida dignas a las capas más desfavorecidas de la población. Algo similar al New Deal o Nuevo Trato de Roosevelt, aunque considerando y valorando la especificidad económica de la España del siglo XXI. También es urgente una reforma profunda del funcionamiento de los mercados financieros que posibilite una verdadera redinamización de la actividad económica. Y es que la economía mixta supone la puesta entre paréntesis del tradicional liberalismo económico. Debe apoyarse, por tanto, un creciente intervencionismo del Estado en beneficio de los intereses de todos los ciudadanos.
El Europarlamento, que es el mayor tras el Parlamento de la India, representa a más de 375 millones de electores. Al ser la única institución europea elegida directamente por los ciudadanos en la Unión Europea, se convierte en decisiva. Considero que debe tener más en cuenta en sus decisiones la realidad socioeconómica efectiva de cada Estado miembro. En realidad, estoy convencido de que la aplicación de una política intervencionista similar a la del New Deal es también apropiada en los planes presupuestarios del Parlamento europeo. En 2006 el presupuesto anual ascendía a 113.000 millones de euros para la Comunidad Europea. Y creo que el tema prioritario es el del empleo y asuntos sociales, junto con el de la salud. De hecho, en la Eurocámara se ha producido más polémica, precisamente, respecto al debate y discusión de la directiva del tiempo de trabajo. Otros asuntos que han sido objeto de debate también son los relativos a la conciliación de la vida familiar y profesional, y los referidos a los derechos de pensión, etcétera. Y es lógico que así sea, porque la calidad de vida es algo fundamental para todos. Además, es esencial, al menos, la no disminución del poder adquisitivo, por razones obvias. La libre circulación de estudiantes y trabajadores por los países que constituyen la Comunidad Europea es otro asunto especialmente significativo.
La libertad de voto respecto a los múltiples partidos que se presentan en estas elecciones europeas es algo valioso en sí mismo, porque es expresión de pluralidad. Pero, a mi juicio, lo más decisivo es que se apliquen auténticas y reales políticas de solidaridad en relación con la pobreza, el desempleo, el acceso a la vivienda, a la atención sanitaria igual, etcétera. Si esto no sucede de modo claro y efectivo, todo habrá sido un simple ejercicio de retórica partidista y electoralista. El salario social o la renta social básica deben ser medidas inexcusables y rápidas en todos los estados, para garantizar una existencia digna y adecuada a todas las personas. Como escribe Zubiri: «La organización funda, así, una cierta "solidez": es el momento de solidaridad. Suele propenderse a ver en ella el carácter de sistema, esto es, se concibe la solidaridad como interdependencia y sistematización». En efecto, la realidad humana está interconexionada con las otras personas. Cada individuo está afectado por los demás en su realidad desde la perspectiva empírica y social. Por tanto, es absolutamente necesaria una sólida Europa que sea verdaderamente solidaria.
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