La mejor Asturias necesita a los mejores

Todos los asturianos o, al menos, una inmensa mayoría entre la que se incluyen muchos socialistas admiten en privado que Francisco Álvarez-Cascos fue un excelente ministro de Fomento para España, pero particularmente para Asturias. El compromiso de Cascos con nuestra tierra viene de lejos, siendo diputado y senador mantuvo siempre un discurso directo y reivindicativo y, ahí viene el mérito de la coherencia, mantuvo compromisos y discurso cuando tuvo responsabilidades de gobierno que otros hubiesen olvidado.

Muchas son las actuaciones y muchos los ejemplos que se pueden citar para ilustrar su grado de compromiso con Asturias. Los fondos mineros tienen autor o, mejor dicho, autores, ya que nunca permitió lo que otros pretendían: que se marginase a los sindicatos mineros de este acuerdo tan importante y, por cierto, tan paralizado. Los tres ejes vertebradores, las becas, el apoyo a las iniciativas empresariales y a las infraestructuras, eran los pilares diseñados y pactados para crear empleo alternativo a la minería. Sin duda, los fondos mineros, su impulso y su seguimiento tienen la firma política de Álvarez-Cascos.

Como también la tiene el magnífico acuerdo que supuso el futuro y la permanencia de empleo en nuestra industria siderúrgica o la apuesta por los astilleros en la bahía gijonesa. Ambos sectores industriales están ahora para poner pocos ejemplos de compromiso y menos de logros.

Frente a esta situación de iniciativas y permanente apuesta por el empleo, que no se genera solo, ni por casualidad, ¿con qué nos encontramos?, pues tristemente con ausencia de liderazgo en nuestra comunidad, con silencio servil hacia el Gobierno del señor Zapatero, con un Gobierno débil y a la deriva, sin hoja de ruta frente a la crisis que nos azota.

Así que no me resulta extraña la conversación hecha pública por Mercedes Fernández respecto a lo escuchado al que fuera vicepresidente del Gobierno de España, esto es, que una decisión irreversible y voluntariamente adoptada el 22 de enero de 2004, su paso atrás en política, pudiera replantearse. El debate originado pone de manifiesto que estamos ante un auténtico líder con un carisma y una fuerza indiscutible, de esos que nos regala la vida cada siglo y, como tenemos la suerte de que es asturiano, debemos aprovecharlo.

Las reacciones son muy ilustrativas, todo el mundo se retrata, los que callan y los que dicen, por cierto, ¡qué cosas dicen algunos! Me consta que lo publicado en el periódico LA NUEVA ESPAÑA ha provocado un auténtico cataclismo en la sociedad política asturiana.

No puedo olvidar que también apoyó decididamente la cultura, de lo cual pueden dar testimonio no pocos asturianos y bastantes instituciones. Exposiciones, rehabilitaciones de edificios emblemáticos son algunos ejemplos que están en la memoria de la mayoría de los asturianos, pero para no salir de Peñamellera haré mención, por supuesto no exhaustiva, a la rehabilitación de la capilla de Espioña y a la rehabilitación del edificio de Correos. Sin embargo, un proyecto importantísimo para Peñamellera, la mejora de la nacional 621 a su paso por el desfiladero de La Hermida que nos une con la comarca de Liébana en Cantabria, sigue en el mismo estado que se encontraba en el año 2004.

Pero la variante ferroviaria de Pajares merece mención aparte por su importancia y por el largo y dificultoso recorrido que tuvo que hacer esta región hasta que se produjo la aprobación de la importante infraestructura ferroviaria y su licitación. En febrero de 2004 al colocarse la primera dovela de la variante ferroviaria de Pajares se abría una nueva página en el futuro de Asturias. La incomprensión y las reiteradas y vergonzosas negativas socialistas a que Asturias contase con tan importante infraestructura ferroviaria sólo se pudieron superar con las sucesivas victorias electorales del Partido Popular y por el decidido impulso de Francisco Álvarez-Cascos desde el Gobierno de España.

En la plataforma creada en defensa de la variante ferroviaria de Pajares, los partidos políticos de izquierdas tienen su historia: una historia negra los socialistas, negando una y otra vez, y una honrosa historia, como es el caso de Izquierda Unida, así que sería deseable que ahora no emborronasen esa trayectoria y se conviertan en el «bombero torero».

Estuve en Avilés el pasado 12 de junio, con motivo del acto de entrega de la «Sardina de oro» de la Fundación «Sabugo», y no me dejó indiferente el atinado y brillante discurso de Álvarez-Cascos, concretamente cuando, tras referirse a la situación de España, pasó a referirse a nuestra tierra asturiana y relató pormenorizadamente la situación industrial, ferroviaria y de infraestructuras, detallando los retrasos tanto en la Autovía del Cantábrico como la interrupción de la conexión ferroviaria con la Meseta en León, que no pasa de Pola de Lena.

Todo lo conseguido e impulsado por Cascos está en peligro, nos lo quitan, nos lo quieren quitar, y si no nos enteramos y no reaccionamos, mejor que mejor. No podemos tolerar impasibles que nos roben el futuro que nos merecemos, no podemos ir en dirección contraria al resto del mundo y, sobre todo, ¡no nos pueden engañar! En la Alta Velocidad europea no caben sistemas mixtos, no caben extrañas combinaciones.

Frente a los incautos que dicen que mal momento el elegido tras inaugurarse el calado del segundo túnel, han de saber que los túneles «por sí mismos» no garantizan absolutamente nada, son eso, túneles…

Asturias, la reivindicativa, la comprometida, la de la iniciativa, la de los emprendedores, no puede quedar impasible, no podemos quedar ensimismados, tenemos que luchar por lo nuestro, pero, eso sí, ¡con los mejores!, y Cascos, para mí y para muchos asturianos, no es de los mejores, ¡es el mejor!, y por ello necesitamos que el paso atrás que dio en su día se convierta en un paso adelante; sinceramente, muchos lo deseamos y esperamos que en breve sea realidad.