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La sanidad asturiana en la cual no somos iguales

9 de Mayo del 2014 - Jesús Alonso Penelas (Vegadeo)

En las dos últimas semanas me llama poderosamente la atención la repentina necesidad de aparecer en los medios de comunicación que tiene el consejero de Sanidad del Principado de Asturias, desaparecido desde aquel 1 de septiembre de 2013, cuando mediante un artículo de opinión en LA NUEVA ESPAÑA, titulado «Seis razones y una infamia», quiso explicar, no se sabe muy bien qué, a los asturianos de a pie.

El pasado día 27 de abril en un nuevo artículo de opinión también en LA NUEVA ESPAÑA, titulado «Una apuesta por Asturias», nos viene a refrendar la extrema necesidad que tiene de salir al terreno de juego e intentar tomar el control de un partido que nunca supo dirigir, que le quedó, como se dice en términos futboleros, muy grande, el cual ya hace meses se le fue de las manos.

Doce días después, en LA NUEVA ESPAÑA, con un alarde de retórica y demagogia, con un soniquete que ya es repetitivo y chirría, lanza un nuevo mensaje hueco de contenido, aunque nos sorprende con un titular cargado de intenciones, banales por supuesto, como todas las que lleva haciendo desde su llegada al cargo. El nuevo HUCA, un hospital de todos, quizá lo que pretende decirnos ahora Faustino Blanco, es que necesita de la colaboración de todos, para que el nuevo Hospital sea una realidad, todo ello, ante la imperiosa necesidad que le va marcando el nuevo guión, el cual lo sitúa en la obligación de salir a escena, en un último intento desesperado, para templar gaitas.

Pero quien ahora suscribe estas líneas, al igual que otras familias en Asturias, continúan esperando por una respuesta que no termina de llegar, por mi parte van ya transcurridos diez meses, en todo este tiempo, ni una buena acción ni una mala palabra, más bien, el más profundo de los desprecios hacia mi persona, ante algo tan grave como lo que denuncio y que se niega a reconocer, como es la denegación de auxilio a un paciente.

Eso sí, lo avalan más de una bronca en la Comisión de Sanidad o ante el Pleno de la Junta, cuando se le exigen responsabilidades por lo que está ocurriendo en el entorno de la Consejería de Sanidad, pero él, cual frontón, repele una y otra vez las pelotas, ensimismado, mirando para su única obsesión, el edificio del nuevo HUCA en La Cadellada.

De qué nos sirve tener un enorme edificio, con una tecnología puntera en muchos campos, si quien debe coordinar y dirigir a los equipos de profesionales es incapaz de dialogar con la familia de un paciente, la cual lleva diez meses esperando por una explicación sobre la denegación, ahora ya caprichosa por su parte, de un fármaco.

De qué nos sirve tener un enorme edificio y disponer de los mejores especialistas si no es capaz de sentarse a dialogar con ellos, si se les están denegando, por un lado, los recursos imprescindibles, pero al tiempo que necesarios, para que puedan atender a su pacientes y así ofrecerles una sanidad de calidad, basada en la ética médica y no una estética médica.

De qué nos sirve tener un enorme edificio, con grandes profesionales, si mediante el linchamiento político se está sembrando en su entorno el desánimo, la frustración y arrastrándolos hacia el abismo en el cual ya viven sumidos los pésimos gestores que alguien puso al frente de la sanidad asturiana.

De qué nos sirve tener un enorme edificio si los enfermos van causando baja por falta de recursos farmacológicos y de atención mientras los asturianos vemos cómo, un día sí y otro también, se dilapidan recursos que son de todos, pues salen de nuestros impuestos, siendo destinados a jardines y mamandurrias.

De qué nos sirve tener un enorme edificio si quien debe gobernarlo no ve, no oye, no escucha, pero ahora, cuando se ve acorralado por todos y por todo, se atreve a solicitar la colaboración de todos, a cambio, nos ofrece un hospital para todos.

De qué nos sirve tener un enorme edificio si a los enfermos de cáncer de próstata se les deniega la abiraterona, un fármaco que a muchos de ellos les proporciona una mejor calidad de vida, mientras que a otros profesionales de la sanidad asturiana se les impide aplicar un fármaco como Ferinject –cuyo coste es de 100 euros–, el cual corrige los valores de la hemoglobina y restaura los depósitos de hierro y con su aplicación se reducen las molestias al paciente.

De qué nos sirve un consejero de Sanidad como Faustino Blanco, máximo exponente de la incapacidad de diálogo, capaz de convertir en capricho personal las demandas sociales de los asturianos, en general, y de los profesionales de la sanidad, en particular.

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