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Y por Alá que las venderé en el mercado

8 de Mayo del 2014 - Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Madrid)

"Yo he secuestrado a sus niñas (...) y juro por Alá que las venderé en el mercado". Quien publicita la criminalidad de sus hechos en un vídeo ofrecido por la agencia de noticias AFP es quien afirma ser el líder de la organización terrorista islámica Boko Haram y cuyo nombre me cuesta escribir por la indignación y las náuseas que me produce: Abubakar Shekau. Son muchos los nigerianos que no sólo sienten por él esta aversión por la crueldad de sus actos, sino pavor por sus represalias, por lo que tampoco se atreven a mencionar su nombre.

Tras varios años de sembrar terror y sangre en los poblados del noroeste de Nigeria, tras varios años de silencio generalizado por parte del Gobierno nigeriano y de la comunidad internacional, ha tenido que suceder el secuestro de más de 200 estudiantes de Secundaria -niñas de un internado cristiano- para que el mundo se escandalizara y los gobiernos, empezando por el del país que les atañe, tomaran cartas en el asunto ante la ya iniciada fuerte presión de una parte de la población y de diversos movimientos reivindicativos, especialmente ONG.

Han pasado tres largas semanas desde este primer secuestro y sólo un día desde que secuestraran a otras ocho niñas y se diera a conocer el tiroteo indiscriminado realizado en un mercado de la localidad de Gamburu (también en el Estado de Borno), donde se dice que pudieron matar a más de doscientas personas. Y el día anterior, y el anterior al anterior..., eslabones de una larga cadena de actos terroristas que, de momento, parece muy difícil detener.

En lo que va de año, Boko Haram lleva en su haber más de 1.700 muertos y es especialista en masacrar a inocentes. Su sordidez y crueldad quedan especialmente patentes en las actuaciones dirigidas contra los niños. Hay que recordar que en febrero organizó otro ataque a un internado y masacró a medio millar de niños mientras dormían. A las niñas, en esta ocasión, parece ser que las enviaron a sus casas -a saber cómo- para que allí se olvidaran de lo muy malo que eran las enseñanzas occidentales y para que se casaran.

No puedo ni imaginarme cuál sería la reacción de los gobiernos de nuestro acomodado Primer Mundo y de la ONU ante una sola actuación de este tipo. Rectifico, sí puedo.

Está demostrado que no es difícil reclutar a niños y jóvenes sin oficio ni beneficio por un puñado de monedas, ni integrarles en sus filas bajo amenazas y transformar sus mentes distorsionando lo que significa el valor de la vida. De esta forma los convierten en milicianos dispuestos a cazar infieles para alcanzar la gloria prometida. Boko Haram ya tiene su nutrido ejército de niños soldados.

Lo grave de los grupos terroristas de cualquier signo e ideología es que, además de cometer atrocidades en nombre de sus ideales, les gusta jactarse de ello y publicitar las excelencias de su poder maquiavélico.

¿Guerra? ¿Paz? No. En las guerras luchan bandos armados y son ellos los que negocian la paz. Los terroristas son, simplemente, asesinos que enarbolan banderas indignas de aquéllos en los que se apoyan y citan: Alá, Dios, libertad.

"Se entiende por niño/a soldado toda persona menor de 18 años que forme parte de cualquier fuerza o grupo armado, regular o irregular, con independencia de las labores que desempeñe; y toda persona menor de 18 años que acompañe a esas fuerzas o grupos cuando ello no sea en condición de familiar. Se incluye también en esa categoría a las niñas y a quienes se haya reclutado con fines sexuales o para obligarlas a casarse. (Principios de Ciudad del Cabo, 27 de abril de 1997).

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