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Rajoy y sus cenizos

15 de Junio del 2014 - Angel Lozano Heras (Oviedo)

Más o menos eso, cenizos, es lo que nos llamó hace unos días el señor Rajoy en declaraciones a una cadena radiofónica: no se puede ser un optimista absurdo, pero tampoco se puede tener un planteamiento triste o de cenizo. Eso lo decía respecto a la alegría que deberíamos manifestar, obligatoriamente, respecto a la recuperación económica española. Porque, insiste Rajoy, quedémonos con la mayor, no sean ustedes cenizos, que tendremos menos parados que ahora en el 2015. No pongan chinitas en las ruedas de la recuperación. Claro, esto lo decía Rajoy en sus mensajes trufados de triunfalismo, llenos de un absurdo optimismo bobalicón que está fuera de la realidad.

Algunos datos positivos hay, sí, pero ni mucho menos suficientes ni determinantes para compensar la pérdida de trabajo en su legislatura. El Ejecutivo del PP ha aportado pocas e inadecuadas novedades en la estrategia de políticas activas laborales.

Él y sus ministros sí que son unos cenizos y unos tristes empeñados en negar lo que a tantos (millones) españoles preocupa. Sólo se están recuperando unos cuantos, las élites económicas y religiosas, los banqueros y grandes empresarios. Ahí están los datos, lo crudos datos, muy cenizos y muy tristes por desgracia, que recorren toda Europa.

Los análisis económicos de los expertos –en este primer trimestre del 2014– no son muy favorables al Gobierno de Mariano Rajoy. Los gobernantes del PP no cumplen el objetivo de déficit; no han hecho bien los deberes marcados por la Comisión de Europea (desfase presupuestario del 6,5% fijado frente al obtenido 6,62% del PIB (7,08% si incluimos el rescate al banca española).

Además, sus reformas con medidas rancias y poco creativas han dejado España medio arruinada; ha aumentado de forma exagerada la desigualdad entre españoles; se ha empobrecido más el país. El paro sigue disparado (cerca seis millones de desempleados; especialmente alarmante el paro juvenil); apenas inversión empresarial y pública; cierre de numerosas pequeñas y medianas empresas; pérdida del poder adquisitivo de las pensiones; contratos basura, temporales, muy precarios; bajadas de salarios; subidas generalizadas de impuestos; una pobreza infantil vergonzosa (somos el segundo país europeo con más pobreza infantil). Esto es lo que han conseguido las reformas inútiles y los recortes salvajes del PP y del Banco Central Europeo: una gran recesión en España.

El presidente Mariano Rajoy, de faz mohína y sonrisa floja, bobalicona, lidera un política de continuas disculpas de sus errores con un ataque a la herencia recibida de Zapatero culpándolo a él solo de la crisis. Pero los que negamos la supuesta y real recuperación económica no fuimos responsables de la crisis. No se equivoque el PP: no se progresa con insultos; los españoles no seremos menos pobres criticando continuamente a los socialistas, ni descalificando continuamente a todos los que ponemos en tela de juicio sus malas prácticas gubernamentales. En esta campaña electoral europea, que cada palo aguante su vela, pero ya basta de echarse mutuamente las culpas. ¡Soluciones para todos españoles!

Lo que está logrando esta inútil reforma para Asturias es que cada día abandonen la comunidad autónoma cuatro ciudadanos, o que la inversión en I+D+i para la universidad sea ridícula, y que se sigan destruyendo las bases de atención sanitaria, servicios sociales y educación.

Entonces, ¿quién se va a creer que el PP generará, como dice, más de 600.000 puestos de trabajo hasta el 2015? Vamos, ni con contratos basura y supraprecarios llegaremos a eso, que sí que es de un optimismo absurdo. La cruda realidad de las cifras es que el Gobierno está «poniendo los cimientos de una recuperación ficticia» en la que «el derecho a trabajar ya no existe» y «sólo se puede escoger entre el paro y la precariedad.

Ya se lo dijimos un día a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, y se lo repetimos ahora a los candidatos peperos (y a todos los demás también): que cuando vengan a Asturias, a sus mítines e inauguraciones, se paseen por los polígonos industriales, por las barriadas, por la calles cercanas a las oficinas del paro. Que salgan de sus despachos y palpen la realidad de la sociedad española, asturiana, más allá de las grandes calles y avenidas de Oviedo y Gijón.

¿Quiénes son los cenizos realmente, nos preguntamos los ciudadanos? Bueno, no sólo cenizos, sino corruptos; inoperantes y poco transparentes, política y socialmente; acumuladores de amiguismo, de sueldos y sobresueldos desorbitados, y demás prebendas.

Ángel Lozano Heras

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