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Balmes y la axiología

5 de Junio del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

Ciertamente, el pensamiento balmesiano no ha sido valorado de la manera que merece en el ámbito de la filosofía. El hecho de que Balmes muriese en 1848 a los 37 años es un dato que no se debe obviar, pero que pone más de relieve sus méritos como pensador en su no muy amplia trayectoria vital. De todos modos, este filósofo destaca por su interés en la búsqueda de la verdad desde una actitud independiente y libre de prejuicios. Sus planteamientos filosóficos parten del estudio de la tradición escolástica, pero consideran también como justificado el racionalismo en ciertos aspectos. Balmes intentó en su producción escrita tender puentes para evitar confrontaciones doctrinales innecesarias y buscando una cierta perspectiva neutral.

La dimensión escatológica del ser humano, que también afirma Balmes, no supone la infravaloración del ámbito mundano propio de la persona. El «Doctor humanus» muestra de modo claro su deseo de lograr una existencia más racional y digna para los seres humanos. Además, desde su perspectiva de sacerdote y pensador considera que la dimensión religiosa supone un camino para la vida supraempírica. En definitiva, su filosofía y su teología son la expresión de un indudable humanismo, tanto a nivel gnoseológico como axiológico y social. En su obra «El criterio» manifiesta que la certeza absoluta no es lograble de un modo total, porque intervienen numerosos factores y limitaciones que afectan al entendimiento humano. A diferencia de lo que pensaba Descartes, el filósofo español elabora una criteriología ajustada a las posibilidades epistemológicas y cognoscitivas de los hombres. Ya que el pensador francés cree alcanzable la certeza plena en el campo del conocimiento. Balmes, respecto al idealismo trascendental de Kant, niega rotundamente la justificación gnoseológica de los juicios sintéticos a priori.

En el ámbito axiológico o de los valores, rechaza cualquier clase de determinismo, y destaca el gran valor de la libertad como posibilitadora de otros valores. Como escribe Balmes: «El hombre nunca es más grande que cuando cumple con su deber, sojuzgando sus inclinaciones más violentas; y es que en tal caso obra como hombre de una manera especial, pues que en la competencia entre las pasiones y la razón abate a las pasiones y saca triunfante a la razón». Incuestionablemente, el planteamiento general de Balmes en relación con los valores éticos está en conexión con la racionalidad de las leyes y las normas, que dan forma a los límites razonables de la libertad individual. Para este pensador, el progreso humano depende profundamente de los valores, ya que deben estar presentes de modo activo en la vida social y política. La axiología está determinada por la naturaleza del psiquismo humano, ya que, escribe Balmes, «en el hombre hay entendimiento, cuyo objeto es la verdad; hay voluntad, cuya regla es la moral; hay necesidades sensibles, cuya satisfacción constituye el bienestar material». Además, el equilibrio entre los valores éticos es algo fundamental, porque la interacción e interdependencia de los mismos es esencial para el desarrollo completo e integral de cada ser humano.

Los valores intelectuales son también, para Balmes, el fundamento primordial de una moral sólida y satisfactoria con vistas a potenciar tanto la supervivencia como el bienestar social. Como señala Roca Blanco, comentando la axiología social balmesiana: «El bienestar del individuo y de la sociedad es la tercera de las condiciones axiológicas exigidas por Balmes para poder hablar de auténtico desarrollo de la civilización, por lo que recalca la necesidad de un más justo reparto de bienes y servicios entre los hombres». Evidentemente, Balmes no duda de la necesidad del capitalismo en su época y considera que es beneficioso un cierto grado de desigualdad, porque promueve el esfuerzo individual, con la condición de que no suprima unas condiciones de vida dignas para todos.

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