Debilidad por lo ajeno
Acostumbrarse a prescindir de lo superfluo, es la nueva perspectiva que se nos plantea en estos tiempos; que nada tienen que ver con la panacea que se fraguó entre la carrera universitaria, los máster de última generación y el triunfo personal asegurado en el acomodado mundo laboral. Propia de etapas más generosas en la cambiante economía mundial que nos azota.
En las sociedades de consumo más avanzadas, es impensable prescindir de las residencias privadas, chalés de lujo, servicio doméstico, asesores personales, campos de golf Todo ello, bajo las eficaces medidas de seguridad, que eviten la mezcla con aquellas personas que decidieron ir por los caminos más sencillos y sobrios (claro, también de los ladrones habituales) Pero lo de los ladrones, ya no tiene tanto que ver, sí nuestras tendencias se decantan hacia lo superfluo o lo sobrio. Esta debilidad moral por lo ajeno parece ser la enfermedad de vanguardia más común de nuestros tiempos. Suelen darse, mas frecuentemente, en aquellas zonas del planeta donde el sol tuesta más la piel. ¿Por qué?... Para acabar con esta lacra de intrépidos chorizos, deberían tomarse las mismas medidas que se utilizaron en contra del consumo de tabaco: hacinarlos, hasta hacerlos conscientes, en reductos propios de sus vicios. Y que me perdonen los fumadores, que yo también lo he sido.
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