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Gabriel Marcel y el existencialismo

5 de Junio del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

Evidentemente, Gabriel Marcel es un filósofo francés que puede ser considerado un pensador cristiano, porque afirma en sus obras la existencia de Dios. Además, se nota en su producción filosófica una similitud en los planteamientos respecto a Kierkegaard. Su enfoque no es sistemático, ya que pretende acercarse a una mayor comprensión de la realidad desde perspectivas precisas y concretas. No desarrolla un sistema deductivo para la estructuración de sus análisis y reflexiones. Lo que no supone una reducción del valor e interés de su filosofía existencialista. Simplemente, utiliza otras formas de investigación, ya que lo concreto y su misterio, según Marcel, no se pueden sistematizar abstractamente de un modo adecuado. Porque escribe: "Mi vida está infinitamente más allá de la conciencia que puedo tener de ella en un momento cualquiera. La tarea del pensamiento filosófico me parece que es la de buscar en qué condiciones puede producirse el surgimiento de la realidad que se disimula bajo estos datos trucados".

A Gabriel Marcel le interesaba especialmente la situación particular de los hombres determinados en relación con su existencia. Y para la aplicación del pensamiento a la concreta realidad humana, las generalizaciones no son el método más apropiado. Consecuentemente, este pensador realiza aproximaciones sucesivas a las cuestiones existenciales para el logro de un mayor conocimiento de los problemas humanos en su multiplicidad de dimensiones.

Ciertamente, Marcel es muy consciente de la condición anónima e impersonal de los individuos, ya que el sujeto se convierte, según su planteamiento, en un engranaje del Estado. Aunque murió en 1973, ya prefigura muchos de los aspectos de la sociedad del siglo XXI. Gabriel Marcel critica que se reduzca al hombre a un haz de funciones sociales y se relegue el ser de la persona frente al tener o a la dimensión exclusivamente consumista. Incluso reitera la despersonalización en la que cae la sociedad tecnocrática, ya que se valora casi exclusivamente el tener sobre el ser. Por tanto, en la sociedad consumista y hedonista del siglo XX está claro que los deseos son ilimitados y conviven con la frustración ante la angustia de la potencial pérdida de lo que se tiene y la desesperación de no poder poseerlo todo.

Marcel considera, acertadamente, a mi juicio, que la ciencia es una reflexión primera, porque se ocupa de las relaciones entre las cosas de la realidad o del mundo, y puede pensarse que es impersonal, porque trata de cuestiones objetivables y fenoménicas. En cambio, la filosofía es, para Marcel, reflexión segunda, puesto que se ocupa del misterio de cada ser humano y de la peculiaridad y circunstancia de cada persona concreta. Afirma Marcel lo siguiente: "Un problema es algo que encuentro, que hallo todo completo ante mí, pero que por ello mismo puedo rodear y reducir, en tanto que un misterio es algo en lo cual estoy yo mismo incorporado y que, por consiguiente, no es pensable, a no ser como una esfera en la cual la distinción del en mí y el ante mí pierde su significado y su valor inicial".

Desde la perspectiva metafísica de Gabriel Marcel la filosofía primera se construye no desde un enfoque racional, sino desde experiencias personales de carácter existencial. Lo que revela la necesidad de acercamientos concretos a la diversidad de campos experienciales y existenciales de los seres humanos. El rechazo por parte de este filósofo de las deducciones lógicas y las generalizaciones abstractas en el ámbito metafísico considero que es demasiado riguroso. Porque existen tipos diferentes de racionalidad y argumentación que hacen posible también una comprensión de la realidad en combinación con procedimientos más intuitivos y concretos. Lo que sí es cierto también es que la literatura puede hacer entendible el misterio del ser humano de un modo complementario, con el propio de un tratado filosófico que trate metafísicamente la diversidad de las situaciones humanas.

Indudablemente, Gabriel Marcel da una enorme significación a la experiencia existencial de la intersubjetividad. Y es que lo subjetivo o el yo es, en buena medida, también intersubjetivo. Por tanto, se entiende perfectamente que el pensador galo indique que el ser es algo que se construye intersubjetivamente. La comunidad ontológica de los individuos es la expresión de la experiencia existencial, sobre la que se puede reflexionar desde el nivel metafísico de la reflexión de segundo grado.

En el existencialismo de Marcel la trascendencia es Dios. Aunque es lo metaproblemático, porque no es definible desde los planteamiento de la ciencia. De hecho, considera que lo divino es lo más interior del yo de cada sujeto o de su conciencia. Según Marcel, la divinidad trasciende y domina la experiencia mundana. Y es el ente garante del sentido de la existencia. Lo divino sería un paradigma que sirve de guía y esperanza, y que nunca traicionará al ser humano ni lo dejará caer en un mundo despersonalizado y materialista.

Considero que este existencialismo cristiano afirmado por Gabriel Marcel, aunque desde el enfoque agnóstico y ateo es rebatible, proporciona perspectivas nuevas. Por ejemplo, si la conciencia más profunda e interna de cada sujeto es una especie de conciencia moral que en las personas con creencias religiosas es identificable con Dios, en los demás puede ser entendida quizá como una conciencia trascendente humana que orienta hacia el mayor bien del ser humano. O bien, comprendida como una especie de conciencia humanizante presente en el yo o en la consciencia de todos los individuos.

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