Ensombrecida la buena noticia en Siero
Dice Manuel Noval Moro, en este diario LA NUEVA ESPAÑA, del 17 de abril, que los operarios municipales han concluido una rampa de acceso a la peana que rodea la plaza cubierta de Pola de Siero, desde la calle Marquesa de Canillejas. De este modo, el municipio acaba con las barreras arquitectónicas surgidas desde que se rehabilitó el espacio público. Noticia muy esperada por los ciudadanos que tristemente descartamos sea cierta, puesto que surgen muros por todas partes y el espacio público está rodeado de vallas como los dos enclaves españoles en Marruecos. Confiamos que un buen día el Ayuntamientos nos brinde la gratísima sorpresa de que la obra se ha acabado, pues nuca es tarde si la dicha es buena.
Saben los sierenses la cantidad de obras que se vienen realizando en este espacio al calor del dinero público controlado por los de siempre. Seguramente que no, que la mayoría no conoce este asunto a fondo, y no es por falta de inteligencia para entenderlo. No es que estas cuestiones están muy enredadas y a los medios de comunicación estas noticias se sirven, pero que muy cocinadas, casi me atrevería a decir camufladas. No sé si me explicaré bien, pues ya ha pasado tanto tiempo y con ello se han difuminado los hechos de una perversa y chapucera obra en la que fue plaza de abastos que genera un botín de euros, la construcción de esa peana que es motivo de esa lamentable situación, el gran engaño la trampa que tendieron los sabios expertos de siempre, que desde que nos entregaron las llaves de este «engendro» hemos gastado en seguridad para poder transitar por este espacio cerca de 20.000 euros en barandillas de protección; con 10.000 euros indemnizó el Ayuntamiento a las dos mujeres que demandaron al municipio por las graves lesiones sufridas en este espacio público. Y aún hay cinco sentencias pendientes más. También el Ayuntamiento indemnizó con 27.000 euros a Carmen Manjón y nos quedan las partidas de las dos rampas Alcalde Parrondo y Marquesa de Canillejas, más lo que nos viene ahora que tampoco le va a salir, ni mucho menos, gratis al Ayuntamiento. En mi loco atrevimiento, me da la impresión de que la obra de la plaza de la Pola, al igual que la de ampliación de El Musel, el comportamiento no fue correcto, que una serie de supuestas irregularidades y/o fraudes se han cometido, primero por acción y ahora por omisión; una de la cuestiones que se censura es el silencio, su responsabilidad y sus obligaciones del gobierno municipal que no sé si tienen más cara que espalda o les falta una garcillada pal platu, presumen de transparencia, de que «no sólo son transparentes, son translúcidos», como semejante declaración de la consejera de cultura Mercedes Álvarez. Y siguen sin arrojar luz, ni un solo destello sobre estas irregularidades. Las cuentas de nuestros abuelos eran mucho más claras y sencillas, pero hace tiempo que, llevados de la mano de tanto político astuto interesado, comenzamos a subvertir los valores y a despilfarrar, y nuestros queridos políticos y los arquitectos municipales pueden muy bien con su dinero imbricar el salón de su casa, pueden cambiar cuantas veces quieran la moqueta del pasillo y rodear de escalones y barreras arquitectónicas el baño, pueden de su capa hacer un sayo, pero en una plaza o espacio público no, porque hay leyes que deben ser respetadas y porque al final los que pagan somos los de siempre, los ciudadanos a los que se les pide el voto cada cuatro años y no parecen tener nada que decir. Es éste un modelo de situación que hay que atajar, que hay que esclarecer con rigor e imparcialidad, porque quien lee los periódicos diariamente no quiere ver las mismas cosas de siempre con distinta fecha. Y como se decía antaño en prensa, «al cierre de esta edición», siguen en libertad y sin cargos.
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