El volumen durante la publicidad
Si el objetivo de la táctica es llamar la atención de la audiencia, no sé hasta qué punto tendrá éxito, pues, al menos en mi caso, lo conseguido es una reacción cuyos efectos van en dirección contraria a la esperada: pulsar el botón para anular el sonido del televisor u ordenador y hacer caso omiso de la imagen, e incluso lanzarme a la búsqueda de otro contenido. Y me refiero a la intempestiva, molesta y habitual subida de volumen de la emisión televisiva que tiene lugar en los espacios dedicados a la publicidad. También pudiera ser que, dado que la esencia y el atractivo de determinados programas residen en el alboroto y griterío, ese aumento de decibelios no represente un incordio para un porcentaje de los televidentes. Pues nada, aunque no me parece ni percibo que el asunto sea una fuente de entretenimiento, habrá que seguir jugando al gato y al ratón.
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