No seas ajeno a la política..., la política no es ajena a ti
«El debate entre un hombre y una mujer es complicado. Si haces un abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista y estás acorralando a una mujer indefensa». España, año 2014. Pero ¿este tío de dónde se ha escapado? El señor Cañete se ha retratado. Tendrá 85 carreras, será abogado del Estado desde hace cuatro siglos y llevará un porrón de años con la corbata enfundada, fartándose en los mejores restaurantes mientras hace cosas importantísimas con gente importantísima. Pero se ha retratado como un auténtico imbécil. No quiero ser descalificativo, sino descriptivo. Hay cosas que no te las dan los estudios ni el dinero. Pero, bueno, de todos modos, todo eso da igual. No vas a votar a una persona; vas a votar a un partido que representa unos ideales y que, se supone, en base a esos ideales determinará una serie de medidas o abordará unos proyectos que repercuten sobre todos nosotros.
Yo seguí el debate, y la verdad que no me sirvió para decidir mi voto, pero sí para decidir a quién no voy a votar. Poca gente lo siguió –no me extraña–, pero suficiente para que hoy haya muchos convencidos de la victoria de uno u otro –y encima molestos porque algunos no nos conformemos con esta basura que nos representa–. Pero es que esto no es el puto fútbol. Aquí no tiene sentido que te aparques delante de la tele a apoyar a los tuyos de manera incondicional.
Bien, pues los medios de comunicación llenan su espacio analizando el debate. Y hablan de cosas tan importantes como los gráficos que uno mostró, la ausencia de pendientes que otra lució, etcétera. Chorradas. De hecho, un periodista incluso dice que en la televisión lo importante de este tipo de debates es la forma, el contenido no importa, y el resto, más o menos, asienten. Y para concluir, se analiza quién ganó. Y, claro, ahí cada vasallo cumple su cometido.
Yo creo que nos tenemos que preocupar más de quién perdió: todos nosotros. El debate, como era de esperar, fue de una pobreza absoluta, pero no por la forma, sino por el contenido. O, mejor dicho, por el no contenido. Y yo estoy hasta los c... de este cachondeo, de que nos tomen por idiotas y nos ninguneen. De que nos vendan la moto de que estamos yendo por el buen camino y de que se está haciendo todo lo posible por nosotros. Pero ¿en qué país viven esos que venden esa situación? ¿Y en qué país vivís los que las creéis? Imagino cómo es el entorno de estos que ya trabajan en el Congreso, y seguro que no es como el mío. Me gustaría pensar que la causa de su inutilidad como gestores del Gobierno se debe al desconocimiento de la realidad, pero intuyo que no es así. Intuyo que son conscientes de las dificultades del pueblo, pero ellos son ajenos a esas dificultades. Y lo puedo entender, ellos miran su ombligo. Lo que de verdad no puedo entender es que el pueblo continúe permitiendo esta situación. Pero ¿cuál es vuestro entorno? Porque el mío es el de los seis millones de parados, el del casi 60% de paro juvenil, el de jóvenes formados, válidos e inteligentes que se mueren del asco en su casa, que se mueren del asco en sus trabajos de mierda o que acaban largándose del país en busca de un futuro mejor. Y queremos continuar por esa línea o, lo que es lo mismo, permitimos que se continúe por esa línea porque nos mantenemos al margen. Claro, la política no mola, todos son iguales o pasamos de la política, pero va siendo hora de empezar a pensar en si la política pasa también de nosotros.
Dejemos que se forme un Gobierno por indiferencia de la inmensa mayoría. Y la inmensa mayoría obtendremos indiferencia del Gobierno.
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