Hay que ser muy prudentes con lo que se dice
No mezclemos las cosas con tanta ligereza.
El clima de crispación e indignación social que se ha generado en los últimos tiempos no tiene nada que ver con la comisión de un crimen tan execrable como es el asesinato que se produjo la semana pasada. Lo más probable es que la comisión de un hecho tan dramático y totalmente deleznable de forma premeditada se deba a un proceso de enajenación mental o locura, pues desde la razón no puede existir justificación válida alguna al respecto, pero serán los jueces los que tendrán que dirimir el caso.
No hay ninguna circunstancia que pueda justificar el asesinato. A veces podemos intentar entender la actuación de una madre o un padre después de que hubieran violado o asesinado a su hijo/a adolescente u otras muchas situaciones similares que desgraciadamente suceden, por las cuales sentimos compasión por las víctimas y su entorno, y casi llegamos a justificar la actuación posterior desmedida de un familiar. Pero una cosa está clara: ninguna persona tiene el derecho a quitarle la vida a otra, en ninguna circunstancia y ante ninguna situación que se pudiera dar, por muy dura que esta fuera.
Por otra parte, creo que no se deben de mezclar las cosas, ni difundir alegremente comentarios totalmente fuera de lugar en las redes sociales e incluso a través de los diferentes medios de comunicación, donde se supone que hay una clase periodística, con un nivel, cuya principal función es informar, donde también existen secciones de opinión y, cómo no, periodismo de investigación, que en multitud de ocasiones sacan a la luz la comisión de delitos, tramas y corruptelas desgraciadamente tan frecuentes últimamente. Una cosa es ejercer la libertad de prensa, que informa, opina, investiga, etcétera, etcétera, y otra cosa es la distorsión y manipulación de los hechos por parte de algunos periodistas, que también, por desgracia, es bastante frecuente. Como decía poeta Ramón de Campoamor, con permanente vigencia: «Todo es según el color / del cristal con que se mira».
Las tribunas que ocupan los periodistas, con su preeminencia, suponen que sus informaciones, sus artículos de opinión y sus exposiciones van a llegar a miles de personas y, por tal motivo, deben meditar previamente en conciencia sus redacciones y no largarlo con tanta ligereza o frivolidad. No mezclemos las cosas. Además, por desgracia, en muchas ocasiones se palpa demasiado la tendencia o afinidad política del escritor, de la cadena de radio o televisión o del grupo editorial al que pertenece, lo que contribuye a que se desvirtúe la información veraz y objetiva que se debería transmitir. Es repugnante ver cómo algunas personas, sin ningún tipo de escrúpulo, parecen pretender sacar réditos políticos de las desgracias ajenas. Seamos sensatos y no echemos más gasolina al fuego.
Por último, sin menoscabo de la información y con todo el apoyo moral y las más sinceras condolencias a los familiares y amigos de la víctima, quisiera decir que no es bueno para la sociedad estar permanentemente con esta y otras noticias, en diferentes tertulias (algunas parecen «reality shows») en muchos medios de comunicación, haciendo juicios de valor, con apreciaciones personales y poca información, donde todos saben de casi todo y muy poco de lo que los ocupa. Dejemos a los ámbitos policial y judicial realizar su trabajo, llevar a cabo sus actuaciones sin ningún tipo de intromisión, que realmente, en este momento, es a ellos a quienes les competen estos asuntos.
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