Si yo tuviera una escoba
Éste es el título de una canción que allá, por los años sesenta, fue un bombazo y tuvo una gran popularidad, sobre todo entre la gente joven, por los “escobazos” que repartía y arreaba a unos y otros. A todo lo que no estaba en la órbita social de aquella “nueva ola”, que irrumpía fogosa y renovadora en una sociedad caduca y retrógrada. El título era sugestivo, y los “escobazos” mucho más, titulación, que uno llevó a una conferencia que, en Avilés, por poco termino “emplumado”. Aquella canción, que podíamos calificar de protesta, comenzaba así: “Si yo tuviera una escoba, cuántas cosas barrería....”. Hoy, el primer barrido sería para la corrupción, tan generalizada, y cuantos políticos están pringados en ella, de un partido u otro, devolución de lo amañado y a la trena con una buena condena. Esto, para empezar.
Otro importante y necesario barrido es el que necesita ese nacionalismo sedicioso, demencial y disparatado, que puede llevar al país a la ruina y la desintegración, con la indiferencia y tolerancia de la corona, el Gobierno y los partidos políticos constitucionales. Escoba también para los que pervierten y destrozan una ideología política al llevarla al extremismo y la radicalidad, que en muchos casos es agresiva y violenta, tan frecuentes hoy. Barrer de arriba abajo a cuantos políticos que se perpetúan en sus cargos –excelencias, señorías y quienes sean– y en ellos se fosilizan cortando el paso así a jóvenes y competentes valores, más preparados que ellos, savia nueva y necesaria para nutrir y regenerar nuestra clase política, tan cuestionada y gozando de un merecido y generalizado desprestigio, salvo honrosas y muy contadas excepciones, que lamentamos no conocer.
Las cúpulas de los principales partidos, salvo alguna excepción, están gastadas y envejecidas, obsoletas, como la política que practican. Las bases, en cambio, viven el presente y su política es joven y cambiante, y por eso sus militantes se sienten defraudados por esa falta de renovación en sus cúpulas, alguna ya prehistórica. Renovarse o morir. Axioma que no acaban de entender, o admitir, algunos “mandamases” que están ya para su desguace político. Decepción también en el electorado al ver que la confianza y representación que se les dio a los políticos en las urnas ha sido malversada, prostituida, cambiada por intereses bastardos como el dar preferencia a las ideologías, partidos, el medro personal y, en tantos casos, la corrupción, tan generalizada y nauseabunda. Mucho más más nos queda por barrer, sí, que el estimado lector recordará mejor.
“Si yo tuviera una escoba...”. Con ella mucho era lo que íbamos a barrer los currantes y sufridores no politizados, hartos ya de tanto escándalo, despilfarro y corrupción. Pero todo, al igual que ayer, quedará en eso: una canción. Porque la escoba es incapaz de poder barrer a tanto chorizo y mamón.
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