Homenaje a Madrid del folclore asturiano
He escrito estas líneas en la plaza Mayor de Madrid, llena de gente y de sol, en esta mañana madrileña de San Isidro Labrador. Miles de personas llegadas de todas partes se expresan aquí en diversos idiomas. Es la fiesta del santo patrón de la ciudad que un día ya muy lejano fue esencialmente labradora y sus tierras sembradas adoraban su cielo y lo amaban sus vecinos cuando Madrid era un poco más feliz que ahora.
Y aunque Madrid fue creciendo desmesuradamente, sigue siendo cautivador el pueblo de Madrid, abierto a todas las gentes y regiones. Gentes que llegaron a esta ciudad y nunca les preguntaron a qué venían ni de dónde. Trabajaron, gozaron y sufrieron juntos. En ocasiones tuvieron que apretarse a la defensa y así lo hicieron. Nunca se dio por vencido el pueblo de Madrid, ni lo hará.
Es Madrid el pueblo de todos. También el de miles de asturianos que hallaron aquí dichas y zozobras. Trabajaron en todos los oficios y profesiones. Fueron siempre muy estimados. Aquí nacieron sus hijos, estudiaron y tuvieron trabajo y éxitos. Hijos de asturianos que en todas las épocas soñaron con viajar a la tierra de sus padres y abuelos, al medio rural que les vio nacer. Pudieron conocerla y les enamoró. La quisieron y muchos trabajaron por ella.
Y llegados a hoy. Estamos en la plaza Mayor, escenario de tantos festejos y acontecimientos históricos. La multitud, bajo la fuerza del sol, aplaude con fuerza el exquisito sonar de las gaitas asturianas que ofrecen su «Rumba de Primavera». Premian con aplausos «La muñeira de Tomaleo» y el «Saltón», un xiringüelo que dio paso al «Asturias, patria querida». Así cerró su actuación la Agrupación Folclórica del Centro Asturiano de Madrid, L’Agorá, tan joven y prometedora, en el homenaje anual que rinden a Madrid las casas regionales establecidas en la capital de España.
Música, canciones y danzas españolas acaban de hermanarse en la plaza Mayor madrileña. Pero aún suenan las gaitas asturianas por las viejas calles de la ciudad, dejando sabor de romería y recuerdo de paisajes, villas marineras y tareas campesinas. Jóvenes gaiteros, hijos de asturianos. Homenajean al pueblo de Madrid que viene a ser, desde siempre, un acogedor concejo de Asturias. Cantares y sentires compartidos. Y a veces, sus angustias. Pero hoy es San Isidro.
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