El tejo del parque de Llanes
Si por algo se caracteriza el municipio de Llanes es, sin duda, por su afición, casi podemos decir dedicación, a la tala de árboles. Ejemplos recientes y abundantes tenemos muchos: se ha talado toda la arboleda existente en la finca conocida como Partarríu. Eso sí, por la noche, para que nadie pudiera evitarlo y echara abajo el plan. ¿Ha tomado medidas al respecto el Ayuntamiento? Ninguna que se sepa. En este caso se trataba de árboles grandes y sanos, algunos de ellos protegidos y, en cualquier caso, hermosos y dignos de ser observados por todos los llaniscos amantes de la naturaleza, que los hay. La tala de robles y encinas en diversos lugares del municipio han sido una constante a lo largo de los últimos años. Hace pocos días desaparecieron de "nuestro suelo" varios ejemplares de plátanos que adornaban una calle en La Moría. Al parecer impedían el paso de camiones cargados con piedras de ésas que pinta un señor en el puerto. Lo cierto es que los llaniscos callamos ante semejantes tropelías. ¿Por qué? Porque nada se puede hacer ante hechos consumados. Primero se talan y después... nada. Por ello sólo nos queda el derecho a la indignación y al berrinche.
Pero el colmo de todo esto es lo sucedido en el parque de Posada Herrera, "remodelado" recientemente por no sé quién. Mejor no saberlo. Varios árboles han sido talados sin piedad y el lugar es más parecido a un coso que a un parque, y mucho menos a uno frondoso y bello como era no hace muchos años. por si esto fuera poco, el tejo que embellecía e invitaba a la contemplación a cualquier visitante se ha secado, es decir, lo han secado. El movimiento de tierras en su proximidad y la colocación de cables para la instalación de focos a su alrededor han hecho que este ejemplar de tejo que hemos conocido y admirado los llaniscos a lo largo de varias generaciones y que daba prestancia y valor al castigado parque, haya muerto definitivamente. Produce tristeza y dolor pasar al lado del árbol y observar sus acículas muertas y su tronco sin vida. Y los focos, aunque avergonzados de lo que iluminan, se mantienen firmes en su cometido e insisten en recordarnos a los que pasamos por allí de noche, la injusta y dolorosa muerte del tejo. Por suerte, las primeras voces de protesta ya se han escuchado a través de un artículo en LA NUEVA ESPAÑA del biólogo llanisco Luis Carrera y la correspondiente denuncia presentada por Avall. Pretendo con esta carta manifestar, como llanisco indignado, mi queja y la exigencia de responsabilidades a los causantes de estos hechos. Sencillamente, por chapuceros e incompetentes.
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