No es tiempo de Madreñas
Qué difícil es querer y no poder, y cuantas veces el poder rompe con la fuerza y la voluntad del querer. Tiempos turbios corren en contextos agrios, allí donde muchas veces no queda más que la esperanza de organizarse. Así es como entra en juego el centro social autogestionado La Madreña, en Oviedo, que a finales del año 2011, aunando fuerzas, sacan de la nada una de las bases que marcarán un punto de inflexión en la comunidad asturiana.
Un ejemplo a seguir de cómo organización, unión, capacitación, vínculo social y comunitario, entre otros, hacen que lo pequeño de cerca siempre sea útil y se vea más grande.
Pero una vez más, todo se trunca cuando el equilibrio de la balanza cae siempre para el lado de lo deshumanizador, decía Marx que algo parecido a la desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas, y parece ser que no se equivocaba. Ese mundo de las cosas, de lo privado, de lo particular, de lo individual se hace fuerte.
Poco valor humano queda, se puede comprobar al ver que la Audiencia Provincial de Oviedo ordena en un auto el desalojo de la antigua Consejería de Sanidad, inmueble que utilizaba La Madreña. Golpe duro producido tras el recurso de la empresa Sedes frente a la sentencia de primera instancia que rechazaba el desalojo, ya que consideraba que la ocupación del edificio era adecuada y realizada con fines sociales en beneficio de la comunidad. Pero parece ser que no es suficiente, triste pero cierto, un edificio sin utilizar pero que no tiene rentabilidad se contrapone al objetivo de una empresa, obtener beneficios. No importa qué pisar, ni qué destrozar si mi amigo el derecho me reconoce como persona jurídica (humanizándome) y me da la capacidad de deshumanizar para perseguir mi objetivo.
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