Voluntad y conciencia en Marco Aurelio
Ya Marco Aurelio con su estoicismo afirma que vivir conforme a nuestra naturaleza racional es lo mejor y, además, concuerda con el Alma del universo. El contenido interno de la conciencia es la expresión de la función intelectiva y de la moral. El propio raciocinio y la reflexión del ser humano superan las contingencias porque son la base de la serenidad del alma o del pensamiento. En efecto, la conciencia moral nos permite distinguir lo esencial de lo indiferente en la conducta que aspira permanentemente al bien. Como también escribe Jesús Pastor Gómez comentando la perspectiva filosófica estoica del autor de las “Meditaciones”: “En Marco Aurelio el conocimiento orienta la acción, la decisión, nuestro querer; al tiempo que se señala un contenido: debemos elegir lo mejor. Por ello, la ética estoica no es enteramente formal”. Indudablemente, el fundamento primordial de la ética es la libertad también para los pensadores estoicos. Si bien la libertad de expresión del estoicismo adquiere la forma de libertad de pensamiento o de conciencia, porque es verdad que el pensar si no se verbaliza permite una absoluta libertad, cosa que no sucede en la simple expresión vocal o escrita de lo pensado si no existe auténtico respeto y tolerancia a lo dicho.
Ciertamente, la virtud es para el estoicismo la recta razón. El propio Marco Aurelio sigue esta línea doctrinal porque da más relevancia a la razón que a lo volitivo y, consecuentemente, es más intelectualista que voluntarista en su enfoque ético, de forma similar a Séneca. Las opiniones no deben dominar al pensamiento, según el emperador romano, porque la fuente de la imperturbable tranquilidad está en la eternidad de la razón como lo más genuino y característico del ser humano. Ya que las cosas externas y las pasiones, afectos y emociones, son efímeras para los estoicos y el poder de la inteligencia no está sujeto a los avatares de la temporalidad, lo que no impide que se reafirme lo esencial del desarrollo del “sí mismo” a lo largo de toda la trayectoria vital por el estoicismo. Así, Séneca escribe a Lucilio: “Adelante y, ante todo, cuida de permanecer igual a ti mismo”, algo que comparte plenamente con el pensador del siglo II.
La idea de felicidad que se desprende de la doctrina estoica es el logro del reposo interno, que es el resultado de la armonía interior, que es parecida a la reflejada por el cosmos. De este modo, una vida más digna y mejor es posible porque está en función de la conciencia y la conducta moral de cada individuo.
La amplia visión filosófica de Marco Aurelio se observa en su deseo de evitar que siguieran existiendo en Atenas las cuatro grandes escuelas de filosofía de su tiempo. Porque, como dice Pastor Gómez: “Visita las escuelas de filosofía que aún subsisten desafiando el paso del tiempo. Quiso perpetuar su visita fundando un colegio con cuatro cátedras reservadas a las cuatro grandes escuelas de filosofía. La academia platónica, peripatética, la epicúrea y la estoica, de sus propios fondos”, lo cual es muy meritorio en unos tiempos en los que la barbarie era algo contra lo que tuvo que luchar en distintos frentes. Para este pensador que gobernó el mundo, el tiempo de la existencia humana es un punto por su brevedad, y está convencido de que únicamente la filosofía es la verdadera compañía en el dinámico fluir de la vida.
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