El karma europeo
Los que hemos dedicado años a la paleontología seguimos habitualmente un criterio que nunca nos ha defraudado: nuestros adelantos se consiguen investigando hacia atrás y, paradójicamente, esto nos permite vislumbrar el futuro siguiendo la trayectoria evolutiva de los hechos estudiados.
La recomendación anterior sirve igualmente de regla fundamental de tráfico que salva cientos de vidas en los diarios avatares de la carretera: “Antes de adelantar, mira los retrovisores”.
Subtítulo: Premonición electoral sobre la UE
Destacado:La desidia sociopolítica se paga con desidia electoral. La banalidad, con banalidad. La frivolidad, con más frivolidad
Ambas consideraciones alumbran también las enseñanzas de la Historia, y unas y otras encuentran base común en las filosofías orientales. Busquemos un momento de reposo y sosiego, y trasladémonos con la imaginación a la India de hace dos mil quinientos años para sumergirnos en las aguas de su conocimiento, como los buscadores de perlas las obtienen buceando en los ostreros. El gran premio que nos espera son las milenarias leyes del karma, que ellos sintetizan así: “Los hechos siguen a los sentimientos, como las rodadas de los carros siguen las cansinas pisadas de los bueyes”. En el mundo de nuestras vivencias actuales esto podría traducirse por la sentencia agraria de: “Se recoge lo que se siembra”, que sirve muy bien para explicar el desinterés de los ciudadanos europeos por las instituciones políticas de la UE. La desidia sociopolítica se paga con desidia electoral. La banalidad, con banalidad. La frivolidad, con más frivolidad. El mal ejemplo de los que mandan o aspiran a mandar, con la displicencia de los que obedecen, o están hartos de obedecer.
Lo hemos repetido por radio hasta la saciedad durante toda esta campaña: a los ciudadanos no nos interesan del mundo político ni los aplausos de los amigos incondicionales ni los improperios a los adversarios que se prodigan en los actos electorales, sino el seguimiento de nuestras preocupaciones, los proyectos concretos para aligerar nuestras dificultades, la solución práctica de nuestros problemas: paro, jubilaciones, obtención de retribuciones adecuadas, leyes razonables, precios asequibles, servicios eficientes, seguridad ciudadana, y futuro previsible y despejado.
Habríamos deseado escuchar de los candidatos europeos proyectos definidos para una Europa mejor, más equitativa y homogénea, y no más plural, más desigual y más insolidaria entre los mismos europeos.
Siento sincera y dolorosamente tener que decirlo: es evidente que esta decepcionante Europa de Merkel y de Cameron no es la Europa ilusionante de Fauré y de Monet. No somos vocacionalmente eurófobos ni euroescépticos, como algunos demagógicamente se atreven a llamarnos; simplemente nos han decepcionado de forma engañosa y brutal. La elevada abstención electoral que será registrada obedecerá a la natural consecuencia kármica de las reiteradas displicencias políticas sufridas. Se recoge lo que se cultiva: ninguna ilusión. Ninguna sorpresa.
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