Necesario y superfluo
Ante la situación política general de Europa se plantea, a mi juicio, una alternativa insoslayable entre lo fundamental y lo accesorio. Porque debe considerarse que lo prioritario es la habilidad racional para dar soluciones consistentes a las muy diversas problemáticas laborales y sociales de los estados que conforman este continente. Ya que como escribió Séneca respecto a los grandes hombres: «Y tal vez hubiesen encontrado lo necesario si no hubiesen buscado lo superfluo». El tiempo del que se dispone en la acción política no es ilimitado y, por tanto, se precisa que las decisiones sean las adecuadas para remediar los grandes males que afectan a grandes capas de la población y de un modo rápido y efectivo.
Indudablemente, la experiencia moral es esencial en la vida individual y ciudadana porque enseña a transitar por las mejores sendas que abre la recta razón. Y una de las herramientas para luchar contra la corrupción es, precisamente, el saber que contribuye a la mejora del ser humano algo en lo que insistía también el filósofo y político Séneca. Porque el político debe saber actuar como un escultor que cincela distintos materiales con diversas técnicas, ya que la complejidad y especificidad de los diferentes asuntos sociales requiere el empleo de distintos procedimientos y estrategias. Y si bien la paz y la libertad son valores que se tienen en común están fundamentados en la justicia y en el bienestar general de todos los ciudadanos sin excepciones de ninguna clase. La fuerza de la sociabilidad es lo que origina la sociedad y no el temor algo también señalado por Séneca. Porque es verdad que el auxilio recíproco y no tanto el temor es lo que conforma la realidad social humana.
El bien común es la meta principal de toda actividad política. Y la razón que es lo característico de los hombres y las mujeres debe dirigir los actos ciudadanos que son siempre políticos. Ya que la dimensión cívica o política es consustancial a todo ser humano por el mismo hecho de existir y convivir. Considero que la distinción entre lo esencial y lo que no lo es cada vez es más indispensable en todos los órdenes de la realidad. Y si cabe, mucho más en el ámbito político. En el que se echa de menos, a mi juicio, la prudente priorización de aspectos, resoluciones y acciones que mejoren de un modo inmediato numerosos desajustes en el campo de la justicia social y de las igualdades fundamentales en la sanidad y en lo relativo al desempleo. La igualdad en el campo asistencial aunque está establecida por el ordenamiento jurídico parece que, en ciertos casos, no se cumple del modo deseable ya fijado y detallado teóricamente por las leyes.
Parece que las dimensiones irracionales de la mente están triunfando en excesivas ocasiones y debilitan el gobierno de la razón. Algo que ya sucedía en tiempos de Séneca, porque este sabio reitera esta cuestión en sus obras, y que actualmente sigue ocurriendo con las graves consecuencias que son fácilmente imaginables de desorden e injusticia general. Los pensadores estoicos al contrario que los epicúreos insistían en el valor de la participación política desde una perspectiva social e individual. En este sentido, independientemente del resultado de las elecciones a la Eurocámara, estimo que la Unión Europea y el Parlamento Europeo deben ejercer una fina y rigurosa diferenciación entre lo necesario y lo superfluo garantizando el bienestar de todos los ciudadanos europeos, y propiciando la justicia universal en su significación más amplia y profunda.
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