La igualdad que anhelamos
El otro día, navegando por la red me topé con un periódico on-line que solo recoge buenas noticias. Curioso, desde luego. Entre sus últimos textos publicados aparecía una información relativa a que las empresas cotizadas deberían incrementar la presencia de las mujeres en sus consejos debido a que la reforma de la ley de sociedades de capital aprobada por el Gobierno obliga a las compañías a fijar un objetivo de representación para el sexo con menos presencia.
Aquí el dilema, ¿la buena noticia podía considerarse como tal? Tengo que decir que nunca he estado a favor de los cupos y tal iniciativa constituye a mi parecer una discriminación positiva. En mi opinión, las empresas deberían dirigirlas las personas más aptas para el puesto, sean del sexo que sean; y el hecho de ocupar un cargo por ser mujer, y cumplir con un número determinado por una ley sexista, es un insulto a la valía profesional de ésta.
Esta iniciativa me provoca el mismo sentimiento que la celebración del Día de la Mujer Trabajadora. Año tras año repito lo mismo a mis allegados: ¿si reivindicamos la igualdad plena porque celebrar un día dedicado a nosotras? Una amiga me contestaba un día: porque esa igualdad que anhelamos aún no ha llegado.
Ante esta afirmación yo pregunto: ¿Es éste el camino para conseguirla? En otros países ocupan cargos de responsabilidad las personas más preparadas para ejercerlos, con independencia del sexo al que pertenezcan. Pero ya se sabe, Spain is different.
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