Descontento ciudadano
Ciertamente, las lecturas del resultado de las elecciones al Parlamento europeo son clarificadoras y muestran un cambio de trayectoria muy significativo. Se percibe, a mi juicio, un cambio social notable que es expresado a través de los votos y de la abstención. Porque este país parece que ya no está dispuesto a consentir por más tiempo la inacción política, la corrupción política y económica, y unas cifras de paro intolerables en un Estado desarrollado. Considero que el desplome del bipartidismo es ya imparable, y probablemente aumente si la situación económica no se reconduce con diversas medidas que aseguren al menos una renta social básica para todos los ciudadanos y otras medidas que incidan en la eliminación de privilegios y desigualdades inasumibles en la sociedad española. La pérdida de cinco millones de votos de los dos grandes partidos se debe a un fracaso en la resolución efectiva y real de la crisis y en la exigencia de enormes sacrificios que no han dado los resultados previstos para toda la población, y no únicamente para las élites económicas. Por tanto, es indudable, en mi opinión, que todo esto representa un inequívoco castigo al bipartidismo existente hasta ahora. Respecto a los posibles pactos de gobierno de los dos partidos con más votos, me parece que en el ámbito nacional no creo que lleguen a realizarse. En las elecciones municipales y autonómicas es más probable que puedan producirse, aunque no creo que sean algo positivo por múltiples razones, derivadas de un análisis más general y global, y sin compartimentos estancos. Ya que lo más adecuado es la potenciación de una actividad política más fundamentada en la solidaridad y la fraternidad, y no en criterios puramente economicistas de corto alcance. La política de recortes estoy convencido de que es absolutamente desacertada, porque lo que se necesita es, precisamente, lo contrario. El Estado debe garantizar el bienestar de todos los ciudadanos sin excepciones de ninguna clase, y esto, a mi juicio, no está sucediendo de modo total.
A pesar de los grandes esfuerzos realizados por la ciudadanía no se ven resultados suficientes desde el punto de vista económico y laboral. El clientelismo y la lucha por el poder en la práctica política entre las élites justifican un cierto nivel de desesperanza en una gran parte de los votantes. Algo que va en la línea de que no se debe cosificar a los seres humanos, ya que son sujetos y no objetos de la actividad política o de los diversos intereses existentes en el campo de la banca y de la macroeconomía.
Es necesario que la ética esté presente de modo inequívoco en las decisiones políticas. La deliberación y la reflexión de la ética se fija en lo que es, y pretende a través de la razón y el juicio alcanzar lo que debe ser. Un gran filósofo como Kant escribe: "Estas reflexiones sobre lo que es apetecible con vistas a todo nuestro estado, o sea, sobre lo que es bueno y útil, se fundan en la razón". Frente a la disociación entre ética y política existente en la actualidad estimo que es imprescindible abrirse a lo que puede llegar a ser desde lo que todavía no es. Porque los ciudadanos no deben conformarse, simplemente, con la utopía y con las perspectivas de futuro. La significación del presente es lo realmente decisivo para tomar medidas políticas solidarias del modo más inmediato y rápido posible. Evidentemente, la acción política no deber ser meramente especulativa y retórica, que no se aplica a la realidad. Algo que también indica Ovejero Lucas al decir que: "Obama mide sus palabras porque manda de verdad. Lo suyo va en serio y sus palabras le comprometen. Si lo dice, puesto que puede hacerlo, deberá hacerlo". Los cambios de dirigentes políticos no son en sí mismos suficientes sin un cambio de actitud en las decisiones y sin la eliminación absoluta de cualquier tipo de demagogia.
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