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La oscura realidad de algunos circos

28 de Mayo del 2014 - Luis Miguel García del Campo (San Juan de la Arena)

Los espectáculos realizados con los animales no son graciosos para ellos. Los zoológicos, circos y acuarios pierden su encanto cuando son analizados en profundidad. Robados de sus hogares en bosques y océanos, encadenados, enjaulados y forzados a realizar confusos, absurdos y a veces dolorosos actos, los animales son habitualmente entrenados mediante el uso de látigos y picanas eléctricas, la privación de alimentos y golpes. Para los animales, los circos representan una pesadilla especialmente difícil de tolerar, especialmente en un Principado de Asturias que se jacta internacionalmente de ser un paraíso natural.

Si bien algunos niños sueñan con algún día escaparse de sus casas para unirse al circo, es probable que la mayoría de los animales que son forzados a actuar en circos sueñen con algún día escaparse de ellos. El colorido espectáculo disimula el hecho de que los animales utilizados en circos son sólo prisioneros forzados a realizar actos antinaturales y generalmente dolorosos. Los circos perderían rápidamente su atractivo si los detalles sobre el trato, el confinamiento, el adiestramiento y el retiro de los animales fueran ampliamente conocidos.

Hay una gran cantidad de circos que no tienen mucho dinero y, como resultado de ello, los animales que utilizan generalmente reciben un cuidado inapropiado. Los animales, la mayoría de los cuales son bastante grandes y naturalmente activos, son forzados a pasar la mayor parte de sus vidas en pequeñas jaulas utilizadas para su transporte y se les permite salir de ellas sólo por períodos cortos cuando tienen que actuar, y aún estas mínimas regulaciones son ignoradas a diario.

Durante la temporada baja de invierno, los animales utilizados en los circos deben permanecer en jaulas de viaje o en establos; algunos son guardados hasta en vagones. Pocos circos tienen los fondos o el deseo de invertir mucho dinero en albergues de invierno confortables, ya que la vivienda para la temporada baja es utilizada durante algunos pocos meses al año. Tal cruel reclusión física tiene un efecto muy nocivo física y psicológicamente sobre los animales. Algunos estudios nos dicen que los elefantes encerrados destinan un veintidós por ciento de su tiempo en acciones anormales, como sacudir repetidamente su cabeza o balancearse, y los osos encerrados pasan alrededor de un treinta por ciento de su tiempo caminando de un lado a otro.

El castigo físico ha sido por mucho tiempo el método estándar de adiestramiento de los animales en los circos. A algunas especies les cuesta más que a otras adaptarse a las técnicas de adiestramiento y, como resultado de ello, sufren mucho estrés durante las sesiones de adiestramiento. Algunos animales son drogados para hacerlos domables y a algunos les sacan los dientes.

Los actos que los animales son obligados a realizar –osos que se balancean sobre pelotas, monos que manejan motocicletas, elefantes que se paran sobre dos piernas– son físicamente incómodos y representan conductas antinaturales. Los látigos, los collares ajustados, los bozales, las picanas eléctricas, los ganchos de metal puntiagudos y otras herramientas utilizadas durante los actos en los circos son el recordatorio de que los animales son forzados a actuar. Estas actuaciones superficiales no enseñan nada a los niños sobre cómo los animales se comportan en circunstancias naturales. Los animales en los circos son con frecuencia representados como feroces o estúpidos comparados con su valiente o dominante compañero humano.

Apenas se les presenta una oportunidad, estos inteligentes cautivos demuestran sus sentimientos con toda claridad. De hecho, desde 1990 al menos once personas han muerto y muchas otras han sido lastimadas por ataques de elefantes cautivos. Mientras el número tanto de humanos como de elefantes heridos se incrementa, el público ha llegado a reconocer que los animales exóticos no pertenecen a los circos ni a las jaulas, sino que pertenecen a sus tierras natales junto a sus familias.

Luego de que los animales alcanzan una edad en la cual no son más útiles para actuar, los relegan para siempre a cuarteles de invierno (generalmente jaulas) o los venden a otros circos, zoológicos, colecciones privadas de animales exóticos, granjas de juego, para ser usados como blanco para recreación o como carne exótica, o a veces para laboratorios de investigación. Generalmente terminan sus vidas no más pacíficamente o confortablemente que como la vivieron en reclusión, bajo coacción y miseria.

A medida que más gente toma conciencia sobre la crueldad que implica forzar a los animales a actuar, los circos que utilizan animales están encontrando menos espacio para instalar sus carpas. El uso de animales en el entretenimiento ya ha sido restringido o prohibido en muchos países, incluyendo Suecia, India, Finlandia, Suiza y Dinamarca. En Inglaterra, a los circos que tienen actos con animales a menudo se les niega el uso de espacio público. En Estados Unidos, muchos gobiernos locales han prohibido actos con animales exóticos.

El pasado 31 de octubre de 2012, el alcalde del concejo de Viveiro (Lugo), don Melchor Roel, mediante una moción consiguió aprobar una moción que prohíbe la instalación en terrenos públicos de circos u otras instalaciones con animales salvajes, aunque éstos no participen del espectáculo circense. Por este motivo Viveiro se convirtió en el primer municipio español en prohibir los circos de animales, atendiendo a criterios éticos, sociales, medioambientales y de respeto para no ocasionar sufrimiento a los animales. Todo ello amparado en los principios recogidos en el Tratado Europeo de Ámsterdam de 1977, la ley 1/1993 de Protección de Animales de Galicia y los acuerdos de la Organización Mundial de Sanidad Animal. Sumándose de este modo a la red de ciudades éticas.

Yo estoy seguro de que algún día aquellos que presumimos de paraíso natural asturiano veamos salir a nuestros representantes políticos de la cueva prehistórica en que se encuentran (puntualmente los del municipio de Pravia) y aprendamos algo de nuestros hermanos gallegos. Por razones de espacio, de “Villarina” y su pretendido encierro en la cárcel de Belmonte hablaremos en otra ocasión.

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