La militancia socialista debe reaccionar

El pasado año el aparato dirigente del PSOE en Ferraz montó el espectáculo de una conferencia política para los días 8, 7 y 10 de noviembre con el argumento de que se produciría una clarificación de lo que el partido defendía y con las causas que se alineaba, una reorganización de su pensamiento, de sus ideas y de su posicionamiento en la izquierda de este país. Puro humo, pura especulación, ni más ni menos que una estrategia para marear la perdiz y no asumir, con todas las consecuencias, el varapalo que supuso la severa derrota de las generales de 2011. De aquellos polvos vienen los lodos actuales. El año 2013 hubiera sido el momento de celebrar un congreso extraordinario que eligiera una nueva cabeza dirigente del partido y que afrontara con ilusión los tiempos convulsos que se avecinaban.

Tras la debacle de las europeas, Alfredo Pérez Rubalcaba se descuelga con la convocatoria de un congreso extraordinario para los días 19 y 20 de julio para que la dirección saliente del mismo gestione las primarias abiertas que se vendieron como el gran logro de la citada conferencia política. Patxi López, eterno perdedor en Euskadi, adalid del aparato actual, aplaude hasta con las orejas la ocurrencia de Rubalcaba y su ejecutiva mientras el resto de los protocandidatos, Madina y Chacón, ha manifestado la coherencia de la necesidad de abrir el partido, anticipar la celebración de las primarias prometidas y luego ir a un congreso extraordinario.

La jugada de Rubalcaba y el aparato al convocar el cónclave de julio es clara y manifiesta: parecer que todo cambia para que todo siga igual. Es decir, se celebrarán precongresos en cada una de las comunidades autónomas a los que las diferentes agrupaciones llevarán listas de delegados que irán al congreso extraordinario; todo bajo la supervisión de quien manda para que al final se elija al secretario/a general ya precocinado. La mecánica es sencilla y pongo como ejemplo Asturias: los delegados elegidos en las agrupaciones irán al precongreso en cuyos pasillos, a altas horas de la noche, quienes mandan en la FSA, o sea, Javier Fernández, Jesús Gutiérrez y Adriana Lastra, que por cierto, elección tras elección, pierden votos y están llevando al partido a los peores resultados de la historia de la democracia, decidirán, a tenor de lo que diga el aparato de Ferraz, quiénes irán como delegados al congreso extraordinario para allí elegir, sin un atisbo de discrepancia, al nuevo secretario/a general.

Esto no es sino el suicidio del Partido Socialista Obrero Español, que con esta decisión camina hacia la nada. No se han enterado, o, lo que es más grave, no hacen por enterarse, de que los ciudadanos están hartos de la clase política dirigente española, tanto del PP como del PSOE, y que lo que quieren es otro modo de hacer política y por otras caras y para corroborar esto no hay más que acudir al ejemplo de Podemos.

Quienes formamos parte del Partido Socialista en Asturias no podemos quedar parados ante este nuevo sinsentido de la dirección. Como acertadamente señala José Antonio Garmón, destacado militante gijonés, debemos en cada una de las agrupaciones formar listas alternativas a las oficiales para delegados al precongreso y hacernos oír en este previo cónclave al congreso extraordinario, para hacer valer la voz de quienes pensamos de otra manera, de quienes queremos otro Partido Socialista y de quienes entendemos que otras personas deben ser quienes lleven a cabo una nueva forma de estar, como socialistas, en esta sociedad del siglo XXI y ello por una razón muy sencilla: la ciudadanía nos lo demanda.

Se presenta un año político muy pero que muy interesante en el que el PSOE puede quedar marginado y sin opciones de poder institucional. Por eso y porque el cambio en el Partido Socialista debe producirse de abajo hacia arriba y no al revés como pretende, con un planteamiento del pasado siglo, el aparato de Ferraz, es el momento de que los militantes de base demos un paso adelante, dejemos de ser meros instrumentos de la dirección y asumamos que estamos en política para algo más que para levantar el brazo en las asambleas y acudir de interventores y apoderados a las mesas electorales. Debemos decidir qué queremos, decidir con cada uno de nuestros votos quién queremos que nos dirija como secretario/a general (y no mediante elección indirecta, léase delegados, que en la mayoría de los casos acuden a los cónclaves con instrucciones muy concretas), como candidato/a al Gobierno de la nación, de las autonomías o a los ayuntamientos.

O decidimos por nosotros mismos, como componentes de una organización que se dice progresista, o los ciudadanos lo harán por nosotros colocándonos en una situación de fuerza política residual, y los ejemplos están para ver elección tras elección.