Votos y formaciones alternativas
Las elecciones al Parlamento europeo celebradas el domingo 25 de mayo han puesto de relieve algo que, por esperado, no deja de ser muy revelador del relativo fracaso de los partidos políticos, algunos ya existentes y otros de nuevo cuño, que han absorbido una no despreciable parcela del voto ciudadano.
Ciertamente, el fenómeno no es exclusivo de España; en otros países de los que conforman la Unión Europea la disgregación política ha sido mucho más importante, habiendo logrado resultados espectaculares grupos hasta ahora marginales o minoritarios. Puede que estemos ante una tendencia de cambio en la orientación del voto ciudadano sobre la que es preciso reflexionar y tomar conciencia de ello.
Los responsables de los dos grandes partidos (la casta, en el decir de Pablo Iglesias) se preguntan las razones por las que una gran parte de los ciudadanos ha dejado de creer en ellos y optó por formaciones alternativas, como ese Podemos capaz de arañar 1.300.000 votos sin costosos gastos y renunciando al respaldo económico de entidades bancarias que durante mucho tiempo lo hicieron con los grandes partidos.
Se dice que los desencantados han votado escuchando lo que querían oír, por muy irreales que fueran las propuestas; hay, asimismo, quienes sostienen que la pérdida de votos de los dos grandes partidos ha sido una forma de rechazo a las políticas de austeridad y de recortes que han destrozado el país, y hasta un cierto grupo de votantes reconoce haber castigado el inmovilismo. Todos los argumentos son válidos y deberán ser tenidos en cuenta por su importancia.
Por ello, no deberían extrañar nada unos resultados electorales que, salvo giro copernicano, supondrán el fin del bipartidismo y la aparición de grupos “fuera-del-sistema” capaces de dinamitarlo con el apoyo de los ciudadanos; contando, eso sí, con la legitimidad de las urnas.
Un apasionante ciclo de cambio, pues, que no hace más que asomar su capacidad de transformación social, política y económica. Sin duda, estamos en los albores de un cambio de ciclo en el devenir del proyecto europeo. Aprendamos la lección.
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