La Nueva España » Cartas de los lectores » De la libertad y la democracia en los partidos

De la libertad y la democracia en los partidos

7 de Junio del 2014 - Justo Roldán (Oviedo)

Si alguien espera unas reflexiones políticamente correctas, o al uso de la mayoría, mejor no siga leyendo; pues no va a encontrar aquí la afirmación de que la democracia por sí sola sea el mejor sistema posible de convivencia, tanto en la sociedad como en los partidos.

Dado que no soy ninguna autoridad en la materia, cito a Wiston Churchil, que la denominó la forma menos mala de gobierno. Y ahí voy.

La democracia, tal y como se concibe en la actualidad, es el gobierno de las mayorías sobre las minorías. O sea: Los que tienen más opiniones concretas sobre un tema siempre prevalecerán sobre quienes sean los menos ante el mismo tema. Ante ello, cabe preguntarse, ¿tienen la razón, o la verdad, aquellos que poseen la mayoría? Si de números se tratase, uno diría que sí. Pero, las sumas mayores no dan siempre resultados mejores.

No me voy a referir aquí a los inmensos errores (y horrores) históricos producidos por las mayorías; sería pretencioso por mi parte hacerlo, pues la historia es reciente y todo el mundo conoce perfectamente lo hechos y las consecuencias. De aquí que se pueda deducir que ni la democracia es en sí misma acertada ni mucho menos, justa. Es, si acaso, la voluntad mayoritaria la que se impone sobre la minoritaria. Y es aquí en las minorías donde la democracia choca frontalmente con las libertades individuales al imponer la libertad que entiende una mayoría sobre la que piensa una minoría.

Si uno solo de los hombres o mujeres de cualquier sociedad estuviera en desacuerdo, con la opinión mayoritaria su libertad debe de ser respetada, aunque sea unos solo.

Por ello, aunque la forma de ejercer la democracia, ha variado en el transcurso de los siglos. Pues antes los buenos, elegían a los mejores. O las elecciones se hacían con censos restringidos, de tal manera que el poder, no pudiera estar ejercido, por una dictadura mayoritaria. Hoy, la situación ha cambiado, por lo de un hombre un voto; que en teoría, parece que es lo más efectivo, lo más justo y hasta lo más democrático (no niego yo que no sea democrático). Pero tampoco afirmo, que sea efectivo. Pues la efectividad, no la da el que muchos, hayan tomado una decisión, aunque sea por unanimidad absoluta. Ni tampoco que sea de justicia, pues esta, aun en nombre de una mayoría, puede ser todo lo contrario.

¿Qué queda? ¿Cómo seria, lo más cercano a la justicia, a la democracia y a la libertad? Lo primero: la Ley Natural con mayúsculas- , después depende que asuntos y que conocimiento se tenga sobre ellos, el voto. Pero no todos los asuntos, son objeto, ni deben de serlo, de la voluntad popular, porque será voluntad, pero nunca popular, pues para que se diera, este segundo supuesto, debieran de opinar todos, sin excepción alguna; hecho que no se suele dar, en las grandes consultas electorales, y aunque en un hipotético caso se diese, no estaría garantizado que lo acordado, sea: lo mejor, lo más justo, o lo que más conviene. Seria en todo caso, una decisión de darse como digo la humanidad- de todos, fuera esta buena o mala para el conjunto, de la sociedad, y más para quienes no tienen aun raciocinio para entender, y menos para votar: Los padres, eligirían por los hijos. Y los mayores sobre los inválidos, o los impedidos. De aquí, la utopía, de que se dé en algún momento lo que se denomina universalidad del voto.

Ante ello, solo cabe regirse por unas normas, que no pueden sacarse a concurso de las mayorías. Pues son de por si inmutables, y connaturales al Ser Humano. Nadie, pondría por ejemplo- en referéndum, si existe o no la ley de la gravedad. Ni a nadie se le tendría que ocurrir cuestionar, quien vive o quien muere. Quien nace o quién no.

Como tampoco se puede medir en el resultado de una urna, la capacidad y el conocimiento de las personas. Se podrá, valorar sus actos. Pero no, ni su capacidad, ni su intencionalidad.

En lo tocante a los Partidos políticos, parece que solo pueden ser efectivos, si todo, se lleva a la decisión de una mayoría. Y no soy yo, de los que esto lo eleve a dogma. Creo, en el líder, en aquel, que reúne al mayor número de partidarios, que habrán analizado, o están convencidos de su capacidad. Dos ejemplos de ello han sido Lech Walesa, en Polonia, y Lula Dasilva en Brasil. Que si bien alguien dirá, que fueron elegidos democráticamente, también lo es, que por sí mismos ya concretaban tras de sí, buen número de partidarios.

De ahí, que por mucho que se propague a los cuatro vientos, la elección directa: está jamás de da, nada más que en una practica, que lo que trae antes de la elección es una teoría. Es decir: Cuando se llega a la urna, se llega ya, con la teoría que conduce a la practica de quien debe de ser elegido. Por tanto, el ser más democrático en este aspecto, es siempre de cara a la galería. La realidad es tan distinta, como falsa es la elección libre que algunos creen que ejercen, aun aplicando un militante un voto.

En los partidos, se necesita: Lo primero, unión alrededor, de quien consideramos los mediocres bueno, y los buenos el mejor. (Los mediocres y buenos, no es peyorativo, pues cierto es, que no todos somos iguales, ante un asunto concreto. Lo seremos en otros). Lo segundo, tener liderazgo. Liderazgo que se adquiere mucho antes de acudir al voto. Y quien ostente ese privilegio, debe de rodearse de quienes él considere loas mas actos y los más capaces para cada momento.

La urna, no puede ser una bolsa, donde alguien meta la mano, y saque al AZAR, el candidato idóneo. Repito; este tiene que haberlo ganado previamente. Por ello si se tiene un líder, hay que dejarlo que ejerza como tal. El marcará los tiempos, y las pautas. La obediencia en este caso, no se convierte en ninguna falta de libertad. Si no, es la expresión de la libertad individual de cada uno, al otorgarle la capacidad para que lleve a cabo un proyecto. Esta voluntariedad por la que otorgamos a una persona, el derecho a encauzar una opción política, a la cual estamos ligados por distintas razones, no es extrapolable, a los órganos, ramificados que constituyen un partido más o menos grande, que también tienen que estar, unidos como los tentáculos, a la cabeza del pulpo.. Y es en esa parte de la anatomía, donde sin desprenderse de la cabeza- se elija, ahora sí, entre aquellos, que tengan más carisma, mas conocimiento, y también más liderazgo. Pero siempre, manteniendo todo el conjunto alrededor de quien hace cabeza.

Conclusión. La democracia, no es de por sí, ni la única, ni la mejor manera de lograr un fin. Lo que no significa, que tampoco sea peor. Simplemente, es la menos mala. Por lo que otras opciones son posibles y compatibles con ella.

Cartas

Número de cartas: 46112

Número de cartas en Octubre: 50

Tribunas

Número de tribunas: 2088

Número de tribunas en Octubre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador