Respeto
Aprovecho esta sección para agradecer la buena atención sanitaria que recibió mi padre, José Ramón Díaz González, durante su enfermedad. Estamos acostumbrados a leer siempre quejas; creo que cuando las cosas salen bien hay que hacerlo público. Gracias por lo bien que lo atendieron en el centro de salud de Llanes, a su médica de familia María, a su enfermera Begoña, al personal de urgencias, a las doctoras Paz y Mar, que tanto se preocuparon por él. En el Hospital Grande Covián de Arriondas, al equipo médico que lo atendió y demás personal de planta mientras estuvo hospitalizado, gracias a todos por vuestra profesionalidad y humanidad.
Mi padre falleció el día 24 y el 25 se hizo su funeral, como él mandó, en la iglesia del Salvador de Celorio, como cofrade que era se despidió ante Nuestra Señora del Carmen; gracias a nuestro párroco don Domingo por la despedida tan bonita que le dio y por acompañarlo hasta el cementerio de Camplengo, donde recibió cristiana sepultura.
Aprovecho para hacer un llamamiento a las personas que habían organizado en el cementerio municipal de Llanes un responso para todos los difuntos aprovechando la presencia del señor arzobispo don Jesús, al cual también le quedo muy agradecida por el ánimo que me transmitió ante tan triste pérdida; pues bien, mientras mi padre recibía cristiana sepultura y don Domingo trataba de darle la última bendición, las personas que estaban en el otro acto empezaron a cantar sin respetar que terminaran de enterrar el cadáver; si esperan cinco minutos y nos dejan terminar, a continuación tenían todo el tiempo para sus actos, estoy segura de que el primero en entenderlo sería el señor arzobispo. Espero que si en lo sucesivo se volviera a dar una coincidencia, como pasó en el entierro de mi padre, que las personas organizadoras lo primero que tienen que tener en cuenta es respeto al cadáver y al dolor de la familia, cosa que no se tuvo en cuenta a la hora de enterrar a mi padre.
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