Transiciones y refrendos
He leído en este periódico que con la abdicación de Don Juan Carlos se acaba la Transición. Algún conspicuo y cercano constitucionalista añade, enigmáticamente, que con la abdicación del Rey acaba la Transición y empieza el futuro.
Por aquello de hacer currículo para el largamente vacante (que no desierto) concurso oposición a Pensador Mayor del Reino, no quiero ser el único español que renuncie a impartir en estos días su lección magistral sobre el evento. Sintetizo la mía en tres diapositivas:
Primera (en toda la gama de colores): Gracias de corazón al Monarca saliente, que sólo o con la ayuda de otros, llenó de ilusión (orgullo y satisfacción incluidas) los mejores años de algunas de nuestras vidas. Lástima que no siempre Su Majestad se haya ajustado al retrato inmarcesible que de él quisiéramos haber pintado, pero bastante mejor y más eficiente que la media de los españoles sí creo que ha sido. Sereno retiro pues, Señor.
Segunda (en la banda de los grises cenicientos): La primera Transición fue una transición ilusionada desde la anormalidad hacia la normalidad. La segunda transición arranca en un momento de desconfianza, desmoralización, desestructuración, apatía y fatalismo, y parece ser una transición desilusionada hacia otra anormalidad, esta vez suicida. Dios guarde al nuevo Rey, pero más a su Reino.
Tercera (en tonos morados): Como no lo localizo ni en Wikipedia, ni en los apuntes de clase ni en los fascículos de las colecciones de Historia de los buenos tiempos, ni siquiera en la Ley de Memoria Histórica o en varios textos consultados de Educación para la Ciudadanía, quisiera saber la fecha en la que la Segunda República se sometió a referendo del pueblo español, y cuáles fueron los términos de la consulta plebiscitaria. Y sí de hablar de segundas repúblicas se trata, me gustaría saber con cuál de sus tres fases quieren enlazar esos republicanos que queman o permiten que otros republicanos vejen, tan democráticamente, los legítimos símbolos de la España Constitucional.
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