Real e irreal

6 de Junio del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

En la actualidad parece que existimos plenamente integrados en lo irreal. Pero es una impresión relativa, porque el mundo virtual también forma parte de la realidad vivenciada por los seres humanos. No es casual que se utilice la expresión realidad virtual para explicitar la significación de lo imaginario en la vida real. Toda la creación artística en su multiplicidad y diversidad de formas es la plasmación efectiva de lo irreal en toda su enorme magnitud. De hecho, no se entiende la existencia sin la integración continua en los procesos propios y característicos de la tecnología, y de la irrealidad que representa. Por tanto, se puede afirmar que lo fantástico está cada vez más presente en la realidad humana. Y esto es algo claramente positivo para la capacidad de actuar de los sujetos, y también facilita y potencia la creatividad en todos los órdenes de lo real pensables. La relevancia de lo irreal ya es destacada por el filósofo español Zubiri en su obra. Puesto que como escribe este gran pensador: «Lo irreal es un contenido creado o forjado, pero que siempre está inscrito dentro del carácter físico de realidad». En efecto, la impresión de realidad incluye la aprehensión o captación perceptiva de lo virtual o irreal, y de las construcciones de la fantasía. Ya que la capacidad impresiva presupone que el sujeto posee un intelecto sentiente que aprehende las características físicas de lo real a través de sus sentidos.

Evidentemente, la invención o la ficción que es lo que constituye lo irreal maneja materiales de la realidad para la elaboración de sus constructos artísticos o de otra índole. Además, la función de lo virtual o de la irrealidad al ser simulación de ilimitados mundos reales diversos propicia la estructuración de nuevas realidades, o de cambios sustanciales de lo real. Y esto es, realmente, decisivo para el desarrollo y progreso de la propia realidad humana tanto individual como social. La función constructiva de la actividad creadora de los individuos aunque puede pensarse que es lo propiamente ficcional, a mi juicio, lo es si se considera desde una perspectiva puramente ideacional o especulativa, pero no lo es si se considera que la acción creativa siempre se ejercita y expresa de un modo físico y real, como obra esbozada o concluida.

Las ideas constituyen otro de los campos de lo irreal, aunque producen cambios reales en su aplicación a la realidad. Ya que como escribe Zubiri: «Ahora bien, la ficción y la idea, en sí mismas, en tanto que fictum y en tanto que ideatum, son precisamente irreales». Ahora bien, es necesario una integración directa en la realidad de las cosas para no caer en un idealismo que no potencia un adecuado entendimiento de las conexiones cósicas existentes en lo real. En este sentido considero que lo específico de la inteligencia es, precisamente, la aprehensión de la realidad, porque las ideas forman parte de lo cósico, y son la manifestación de la capacidad sentiente del ser humano al leer intelectivamente o comprender el mundo empírico. Por tanto, es evidente que lo más racional es partir de un cierto realismo en la interpretación de lo real. Porque lo irreal está operando en el interior de la experiencia del mundo real que siente y percibe cada persona. El valor de la experiencia adquiere una dimensión extraordinaria, ya que es el marco operativo en el que se ejercita los proyectos humanos y la libertad. La vida consiste sobre todo en cambio constante, dentro de una cierta estabilidad relativa. Lo irreal o virtual convierte en posible lo imaginado, a medida que se va avanzando en el curso de la dinámica de una realidad que está en constante transformación.

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